domingo, 13 de octubre de 2013

COMENTARIOS SOBRE CRUMB 16: BOB BURDEN

Varios autores ofrecen sus impresiones sobre Robert Crumb y su trabajo. Artículo aparecido en Blab nº3 (1988). Traducido por Frog2000. 

1. JAXON

2. KIM DEITCH
3. JOHN THOMPSON
5. JOEL BECK
6. TRINA ROBBINS
7. HARVEY PEKAR
8. ACE BACKWORDS 
9. SAVAGE PENCIL
10. TOM VEITCH
11. SPAIN RODRIGUEZ 
12. JOSH ALAN FRIEDMAN
13. BETO HERNANDEZ
14. GEORGE HANSEN 
15. DON DONAHUE 

16. BOB BURDEN 

[Guionista y dibujante de cómics en activo desde los setenta, los trabajos más conocidos del norteamericano Bob Burden son "Flaming Carrot Comics" y "Mystery Men", una ácida parodia del género super-heróico que se transformó en película en 1999.]

Algunas veces he pensado en Crumb y lo he dibujado vendiendo su primer Zap en las coloridas aceras de Haight-Ashbury durante 1968, o trabajando duro y durante mucho tiempo en su cuaderno de dibujo, esmerándose hasta altas horas en algún cuchitril espartano y sin aire corriente, o arrastrando los pies con su abrigo de segunda mano por las frías y grises calles de una ventosa ciudad industrial del norte en invierno... probablemente ahora, mientras estás leyendo esto, se encuentre en algún lugar a las afueras de América, rasgueando un banjo con el fregadero de la cocina goteando de fondo. 

Cuando vi por primera vez sus cómics underground en 1970, en Mikwaukee, no eran más que otro detalle de mi primer año en la universidad, un exorbitante panorama de extrañas cosas y sensaciones nuevas y recargadas, dignas de disfrutar. Había tres o cuatro comix underground posados encima de la mesa cerca del viejo sofá con el relleno salido donde yo reposaba desmayado después de una fiesta de una noche de sábado en un viejo barrio disoluto. El lugar estaba lleno de clichés de la época: luces negras, olor a incienso, pantalones acampanados, discos de Jefferson Airplane sonando a tope y pintadas fluorescentes en las paredes del baño. Una chica que estaba sentada en el sofá cerca de mí se encontraba hablando con uno de mis amigos cuando de repente una semilla explotó en el porro que se estaba fumando. Más tarde, mi perspicaz amigo se preguntó qué explosivos químicos le habría "metido" a la cosa esa.

Todavía tengo un pomo de la puerta de cristal que se me cayó en la mano en una fiesta de uno de esos viejos edificios "hippies" ocupados de Milwaukee. Algún día, el Smithsonian no escatimará gastos para recrear un despliegue de este tipo de escenas, con hippies de cera en exhibición, auténticos en cada detalle, hasta en el comix underground puesto encima de la pequeña mesa. Al igual que los veinte, aquellos fueron años de fenómenos. Los que pudimos vivir aquella masa giratoria de eventos que provenía del "baby boom" lo dábamos todo por sentado... y ahora nuestras jóvenes caras, que han ido rebotando a lo largo del tiempo, por fin han aprendido a apreciar la sensación de sorpresa y asombro.

Podrías preguntarte de dónde proviene un tío como Crumb, pero más aún te deberías preguntar por qué no existen más como él. A lo largo de todos estos años, en los círculos en los que yo he viajado y acechado he conocido a un montón de "chavales de Escuela de Arte", y parece que ahora hay más correteando de los que ha habido en los últimos diez siglos combinados. Y lo único que hacen es conseguirse un "berte", un caballete y mirar con suficiencia a la gente. Creo que la mayoría de estos tíos se han convertido en artistas por la misma razón por la que otros se convierten en músicos, en "body builders" o en soldados: para pillar con tías. De alguna forma, "pillar" debe ser la razón principal por la que todo el mundo parece un payaso o un hombre de las cavernas, la batalla por el sexo razonable tiene una larga historia de escalada detrás que nos lleva hasta el serio y apocalíptico orden social actual. Y seguro que R. Crumb pilló con algunas tías en su momento. Pero hay una interesante desviación en el hábitat de Crumb que me parece no muy diferente de la del Gill-Man que aparece en "The Creature from the Black Lagoon" [La Mujer y el Monstruo, 1954]. 

El talento es una palabra abstracta, y por lo tanto sin sentido e inútil en sí misma. En Crumb el talento está definido por su diligencia, visión y agallas. Tienes que recordar que cuando él apareció con Zap, su elección del medio artístico (los comic books underground) ofrecían una promesa muy pequeña de reconocimiento, no demasiado dinero y quizá supusieran todo un acto de locura. Pero incluso a pesar de ello, Crumb ofreció mayor esfuerzo físico y potencia de fuego concentrado en una sola página de refinado y orquestado dibujo que lo que la mayoría de "artistas" han acometido en toda una carrera en la que disponen de red de seguridad. Para eso hay que tener agallas. Pero el medio elegido por Crumb le ofreció una ventaja concertada sobre el resto de formas tradicionales de expresión que seguía sin explorar o definir más allá de las concepciones mercenarias de Mad. Crumb saltó de cabeza hacia la casa en llamas que era la "escena" en aquellos días, trayéndose con él una visión proto-punk insolente, brillantemente auto-indulgente, y enjuagada con el carácter y la sutil arrogancia de los últimos días de Maxwell Boednhiem en las calles.

El primer Zap era un clásico en la mayor parte del sentido clásico, una monstruosidad cultural, tan válida como obra maestra como la "Mona Lisa" o "Desnudo bajando la escalera". Como Conan el Bárbaro, que se convirtió en algo poderoso más allá de lo exánime a base de pasarse años empujando una gran rueda de molino como si fuese un caballo de tiro, Crumb se pasó su infancia dibujando sus cómics de animales de forma amateur para llegar hasta ese punto. Como Marco Polo, Vincent Van Gogh o Edgar Allan Poe, otro perspicaz pionero, cruzó la línea a través de las fronteras de la creatividad y las puso patas arriba, y nos ha dejado un documento de época de una naturaleza muy interesante y peculiar en su mayor parte. Junto a Gilbert Shelton y a otro puñado de pioneros, los historietistas underground construyeron un punto de partida en la faz de nuestra cultura y abrieron una puerta de expresión que nos ha llevado hasta el "espectáculo del salvaje Oeste" en el que hoy en día se han convertido los cómics.

Para los chavales del futuro el legado es que aquí, en la más disoluta y decadente década de nuestro siglo, había un solitario, espigado y delgaducho individuo cuyos valores por su trabajo de artesano y su calidad no se perdieron en nuestra "generación que "ya ha desaparecido", sino que viajaron más allá, extendiéndose hasta ésta, la más extraña de todas las épocas.

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