lunes, 30 de septiembre de 2013

COMENTARIOS SOBRE CRUMB 9: SAVAGE PENCIL

Varios autores ofrecen sus impresiones sobre Robert Crumb y su trabajo. Artículo aparecido en Blab nº3 (1988). Traducido por Frog2000. 

1. JAXON
2. KIM DEITCH
3. JOHN THOMPSON
5. JOEL BECK
6. TRINA ROBBINS
7. HARVEY PEKAR
8. ACE BACKWORDS 

9. SAVAGE PENCIL 

[Dibujante e ilustrador inglés conocido por su estilo de dibujo anguloso y retorcido, ha ilustrado portadas de discos para Big Black, Sonic Youth o The Fall, ilustraciones para fanzines punk como Forced Exposure o el magazine Sounds y formado parte de grupos como Pestrepeller. Entre sus cómics más recordados se encuentran los que aparecieron en la revista Scape o "Driller Penis", su colaboración con Alan Moore. Página web del autor.]

En algún punto de mi época de adolescente conducido por el "angst", estaba volviendo a casa desde mi estúpido trabajo para descubrir, para mi horror, que mi habitación había sido salvajemente desvalijada. Tirados por el suelo de mi típica guarida de quinceañero estaban todos mis cómics, mis revistas sobre películas de monstruos y varias publicaciones de "gente con el pelo largo" hechos jirones. Las paredes habían sido despojadas de su papel de pared con patrones psicodélicos y mostraban de nuevo el original de los cincuenta. Todas las cosas que yo había escondido hábilmente habían sido descubiertas, examinadas minuciosamente y destruidas en una cirugía masiva de censura parental. Pero quejarse habría sido inútil. Gritarle a mi madre no me habría devuelto mi montón de perversión privado. Mis padres no me dijeron nada. Con una garganta que me estaba doliendo por el esfuerzo que estaba haciendo por retener la histeria, me tragué ciegamente la cena mientras cavilaba mi venganza. Al volver a inspeccionar la masacre encontré, para mi alivio, que el mejor material había salido indemne. Como tenían forma de libro, mis recopilatorios de Mad y Tales From The Crypt seguían intactos pegados a los diez rígidos volúmenes de la austera "Enciclopedia para niños" de Arthur Mee. Obviamente, de acuerdo con las complejas reglas de la ley parental, quemar libros estaba considerado un tabú. Los libros estaban considerados herramientas educativas... ¿no es cierto?
The Mad Reader, Inside Mad, Mad Strikes Back y The Brothers Mad, todos contenían reimpresiones de los cómics originales del Mad de la E.C., y se convirtieron en tempranos libros de texto que hicieron muy bien la labor de "corromper" mi "inocencia". En sus páginas pude estudiar el trazo de maestros del dibujo tales como Wally Wood, Jack Davis y mi ídolo personal, Bill Elder. Elder tenía la habilidad de poder dar una vuelta de tuerca a las tiras de cómic diarias del periódico hasta convertirlas en una cosa fea y enloquecida. Su arte para la falsificación con lápiz y pincel debería de haber levantado la ira de muchos de los magnates de las corporaciones de cómics. En aquella época me imaginaba a Bill Elder como un peligroso psicótico que forzaba al tío ese, Bill Gaines, a que le diese trabajo. Su forma de destripar a Disney estaba ejecutada con el corte de un afilado escalpelo satírico, pero el tratamiento que hacía de aquellos absolutamente limpios cómics de Archie era incluso mejor. "Starchie" es la obra maestra de Elder, una sátira salvaje que cincela elegantemente la falsa y estéril moralidad del concepto original de forma tan maníaca como lo haría la familia Manson. Además, Elder sabía lo que era la basura. Dibujaba pilas de cosas rellenas de gatos muertos, pieles de plátano, jarras abandonadas de "Pollo Gordo" y nubes de moscas. En mis primeros cómics intenté imitar esa atención por el detalle. Armado con un simple bloc de dibujo y uno de esos bolígrafos con muchos colores (de los que tendrían cerca de noventa), intenté esbozar mi propia versión de la anarquía que atravesaba desenfrenadamente las páginas de Mad.

Adapté el científico y creador de The Heap que aparecía en el "Inner Sanctum" de Bill Elder como el villano principal y antagonista de Blintz, una de mis primeras creaciones para un cómic. Blintz era una amorfa masa amarilla de plastilina con mostacho, una idea que había "mangado" del brillante "Plastic Sam" de Kurtzman, otra broma de Mad que me había impresionado. En el primer número de Blintz aparecía el diabólico doctor empujando a nuestro héroe dentro de una trituradora de carne gigante, que lo convertía en una gigantesca cadena de salchichas amarillas, cada una de ellas con su propio mostacho erizado. A continuación el malvado arrojaba a Blintz en una gigantesca panificadora, lo cocinaba y se lo tragaba del todo y eructaba fuertemente de forma triunfante para decirle a todo el mundo la forma en que se había deshecho de su adversario. Pero no era así... mientras se arrastraba en su interior, Blintz se transformaba en un enorme dirigible, causando que el enfermo vientre del doctor se hinchase hasta que finalmente explotaba... sus tripas cartoon salpicaban debidamente toda la viñeta final con tinta roja. Me regocijé con el nuevo poder que había encontrado: mis padres permanecían en silencio consternados. Algo les decía que sólo era el principio de algo que estaba fuera de control. Y estaban en lo cierto.
Desde esas primeras tiras de Mad pronto progresé hasta el siguiente nivel de dibujo lunático. Ocurrió de la siguiente forma: yo no sabía nada del movimiento del comix underground de la época, pero mi lujuria por lo inusual siempre me llevaba a echar un ojo a todo lo que parecía estar rebelándose contra la norma. Un día me hice con una revista de dibujo titulada "Art and Artists", un brillante y respetado magazine que informaba sobre el mundo artístico moderno. Lo que hizo que este número en particular tuviese tanta importancia para mi lote de materia cerebral era la portada: un dibujo de piratas maníacos (algunos de ellos con el globo ocular reemplazado por bolas de hierro) que tajaban y cortaban carne y sangre, con el título de la revista lujuriosamente plasmado en el frontal en lugar del logo tipográfico habitual. Me costaría toda mi ración para cómics, pero tenía que conseguirlo. Los artículos del interior me gustaron mucho, pero lo que más me interesaba eran los dibujos de los artistas de comix underground de San Francisco, un emplazamiento del que había oído hablar en mi escasa pero cuidadosamente construida colección de discos. La portada con los piratas era de S. Clay Wilson, y el rotulado tipográfico era de Robert Crumb, pero dentro había más material. ¡Me voló la cabeza! Me emborraché con los demonios de Wilson y con la chifladura cartoon de Crumb. Supuso un paso de gigante desde lo que había experimentado con Mad, me hizo querer convertirme en historietista con mayor pasión, sólo que esta vez también quería ser... un historietista underground.

Mad había arado profundos surcos para que se produjera un cambio, y los artistas underground fueron las semillas del futuro que habían florecido para derribar el odioso Comics Code. El movimiento underground hacía grosero alarde en contra de las reglas represivas de "sin sexo", "sin violencia" y "sin diversión", los dibujantes de comic book podían hacer lo que quisieran, que era dibujar todo lo que les gustase. A pesar de mi limitado conocimiento de la materia, mi propia creación, Blintz, disfrutaba también de esa libertad, y el movimiento underground me confirmó que estaba haciendo lo correcto.
Esta experiencia tuvo lugar a finales de los sesenta. Ahora estamos a finales de los ochenta y sigo intentando plasmar mis visiones en papel. Mi necesidad de convertirme en historietista underground es tan fuerte como siempre. Crumb, S. Clay Wilson, "Spain", Robert Williams, Gilbert Shelton y el resto de pioneros de la escena underground siguen presentes y a punto, probablemente más que nunca. Incluso en Inglaterra, los poderes fácticos siguen pensando que este tipo de material supone una amenaza. Los de aduanas siempre intentan confiscar los cómics de Robert Crumb, los condenan como algo "obsceno", y los galeristas han prohibido exponer algunos de mis dibujos. La represión intenta obstruir este material en un intento de sofocar la imaginación, siempre ensuciando una democracia que ya es una sucia madriguera de por sí y fallando vergonzosamente cada vez que intenta derribar lo que ofende a sus ojos plagados de pus. Trabajar contra lo establecido puede suponer un trabajo duro, pero es el único que conozco. Mad y Zap Comix, y la eventual progenie impresa de Crumb y compañía, me enseñaron visualmente todo lo que sé.

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