jueves, 7 de julio de 2016

LOST IN TRANSLATION: "ES EL ROLLO DE TOKYO" (PARTE 3 DE 4)

Artículo de Bill Randall para The Comics Journal 243. Traducido por Frog2000. Parte 1, parte 2.

LOS NIÑOS SON COMO DEMONIOS

La mayoría de estos cómics y productos están dirigidos a los niños, que también son capaces de hacer dibujos al estilo manga incluso mientras están durmiendo. De hecho, hace tiempo que tengo una copia de un libro titulado I Saw a Beggar, un rareza diseñada y auto-editada por el maestro de la cerámica Hiromichi Araki y su amigo Koki Yamamoto, un profesor de instituto. Aunque no esté compuesto concretamente por cómics, en el libro se recopilan los dibujos que los estudiantes a los que los autores dan formación hicieron en los márgenes de sus hojas de exámenes, acompañados por algunos textos y los dibujos de un mendigo que llevó a cabo Araki. Estas notas marginales están dispuestas según la temática: Yamamoto les ofrecía a los chavales una pista y ellos tenían que retorcerla como desearan. En ese sentido el libro me recuerda mucho a las típicas variaciones en los argumentos y temáticas del manga: cojamos la serie de Dragon Ball como ejemplo: Goku combate con sus contrincantes semanalmente, pero la pelea siempre tiene ligeras variaciones, así hasta el infinito y más allá.

Poco después de mi llegada, Ian me presentó a Araki. Me quedó bastante claro que estaba muy contento con su libro, y con ese típico orgullo vergonzoso se apresuró a subir las escaleras hasta su estudio para mostrarme una vieja y manoseada copia. Yo me había imaginado que podríamos charlar acerca de las dificultades inherentes de auto-editar un proyecto más o menos vanidoso, pero en su lugar estuvimos comiendo tomates mientras Ian cocinaba para nosotros. Es bastante buen cocinero. En realidad no hay mucho más que decir acerca de I Saw a Beggar. O bien arroja poca luz sobre el tema que estoy tratando o bien supone una poderosa expresión del subconsciente colectivo de los japoneses de once años. Por lo menos me dejó claro que todos los niños están tan absorbidos por el estilo manga, que este rezuma de sus lápices de forma llamativa, como las oraciones de un monje dormitando. (En este punto, uno de los caballeros de primera fila empieza a protestar: ¡No existe un estilo característico en el manga! ¡Eres un verdadero imbécil!) Por supuesto, negar que existe un "estilo manga" es lo habitual entre el fan estándar, siempre dispuesto a señalar las múltiples diferencias entre los diseños de Kenichi Sonoda y Masamune Shirow, pero este dogma particular ignora el hecho de que en el mejor de los casos esas diferencias rozan lo sutil. Es cierto que casi todas las tiras de prensa americanas de principios de Siglo y de los veinte tienen un aspecto "reconocible" y característico, al igual que las historias dibujadas de forma tan precisa por el grupo de dibujantes que trabajaron en la EC. También se puede decir que afirmar la existencia de un "estilo manga" característico podría parecer un intento tan frecuente como deprimente de minimizar la gigantesca producción de cómics de toda una cultura basándome en meras similitudes superficiales. Sin embargo, en cuanto al diseño de personajes, los métodos narrativos a la hora de desarrollar las historias y la propia naturaleza artística y el estilo de los dibujantes, el estilo manga va más allá de las similitudes. Fijémonos en la producción del pintor Takashi Murakami, cuyas pinturas y esculturas obsesionadas con la cultura pop se están exhibiendo actualmente junto con las de Yoshitomo Nara en la por otra parte irregular exposición itinerante pobremente titulada: Mi realidad: Arte Contemporáneo y la Cultura de la Animación Japonesa. Murakami comenta que lo que caracteriza a las artes japonesas en general podría ser su extremada "llaneza", lo que significa que se abstienen de crear la ilusión de profundidad en favor de una imagen plana en un espacio supremamente bidimensional. Por lo tanto Murakami traza un línea directa entre el anime y el manga y artistas como Utamaro, donde los habitantes de sus cuadros deambulan por distritos de placer desprovistos de fondos mientras solo tienen cierta relación espacial con los bordes que delimitan la obra.)

Volvamos con los niños. Mi visita a la escuela infantil de Holly me confirma mis apresurados indicios. Aparte de una pared donde se pueden ver algunos dibujos pintorescos, todos los chavales dibujan con un estilo manga. Después de mirar una pared tras otra de la clase, todas repletas de imitaciones de sus héroes del cómic y la televisión, empiezo a desfallecer. Mientras los chicos quieren jugar conmigo a onigokko, el juego japonés bien conocido por los lectores de Urusei Yatsura, empiezo a notar la fiebre, el típico malestar del viajero. Así que salimos al patio de recreo y los chicos hacen amago de perseguirnos como si nosotros fuésemos los oni-demonios que dan nombre al juego. La procesión de niños que me está persiguiendo evoca la procesión de ojos grandes y resplandecientes que he podido ver en sus garabatos, en la televisión y en las señales por todos lados. Holly me comenta: "por supuesto que dibujan con un estilo manga. Es todo lo que ven durante todo el día. ¿No te parece?" Mareado y confuso, empiezo a balbucear una respuesta, pero me siento incapaz de explicar a estos niños quien soy, qué hago aquí, por qué me parece que estoy a punto de desmayarme, y sobre todo por qué hay dos demonios flotando sobre cada uno de sus hombros, dándome cada uno de ellos el peor consejo de todos: no vayas al baño para que no vomites a salvo todo el contenido de tu estómago enfermo. A este país le encantan los cartoons. ¿Dónde estoy?

ONE PIECE

En Toyohashi han estrenado la nueva película de One Piece en una nueva pantalla de Sony/ AMC. Por todos lados por donde me muevo, el nuevo rey de la revista Jump me acecha por el rabillo de los ojos. "One Piece" es una palabra que se ha tomado prestada de otro idioma que significa "traje de una pieza", por lo que vete a saber a qué narices se pueden referir con el título: ¡tan solo he podido ojear el volumen 17! Por otra parte, el manga es omnipresente, y además acaba de hacer aparición el anime, lo que significa que solo es una cuestión de tiempo antes de que los cómics sean traducidos y distribuidos entre todos los fans americanos. Como ocurre con cualquier serie de la revista Jump, la historia se va desarrollando a un apropiado y glacial ritmo semanal, por lo que parece que no sería demasiado inteligente leerla de forma minuciosa: el argumento que se puede degustar hasta ahora es el argumento tal cual, y si no te gusta, ¡lárgate a leer de nuevo tus cómics de múltiples significados de la Amok! En este momento de la serie Rufi se acaba de zampar la fruta del diablo ¡y su cuerpo se ha convertido en goma! Por lo que no podrá volver a nadar nunca más. Inmediatamente se hace a la mar para convertirse en pirata mientras se alía con otros piratas más de la Era de la Piratería para encontrar el mayor tesoro pirata de todos los tiempos, que solo se conoce como... "One Piece". Afortunadamente, estos piratas son como Hamlet: muy majos. Esto no es como si Plastic Man se hubiese ido a correr aventuras en el mundo donde transcurren los Relatos del Navío Negro, pero es muy divertido. Lo que más me impresiona es el aspecto cartoon de la serie, y los personajes siempre parecen estar gritando cosas oportunas y parecen contentos, lo que podría ser la respuesta a su tremenda popularidad. Eso y las desenfrenadas escenas de acción. Además, resulta sencillamente maravilloso repetir el título una y otra vez para conseguir un efecto cómico: 

YO: Hey, ¡mira esa librería! Quizá podamos comprar en ella... ONE PIECE.

IAN: Cállate.

HOLLY: Vamos a comer, ¿os apetece sushi?

YO: Espero que nos den... ONE PIECE de primera.

Holly: Cállate.

Intentad hacer lo mismo en vuestro barrio y ya veréis.

(Finalizará)

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