Entrevista en The Beat, 2016. Por Ann M. Kletcha. Traducida por Frog2000. Parte 1.
Pregunta #3: Junto con el cambio climático y la posibilidad de que se produzca una guerra nuclear y otras cosas por el estilo, la tecnología también nos ha dado acceso a una cantidad de noticias internacionales horribles mucho mayor de lo que cualquier persona sería capaz de procesar. Uno de los temas recurrentes de Lovecraft era que la suma total del conocimiento humano facilitaría “aterradoras vistas de la realidad ", y por lo tanto la "ignorancia " sería el equivalente a la "seguridad". ¿Crees que esta idea podría explicar en parte el resurgimiento de la popularidad de HPL de las últimas dos décadas más o menos, hasta el punto de haberse convertido en un producto mercantil rentable?
Pregunta #3: Junto con el cambio climático y la posibilidad de que se produzca una guerra nuclear y otras cosas por el estilo, la tecnología también nos ha dado acceso a una cantidad de noticias internacionales horribles mucho mayor de lo que cualquier persona sería capaz de procesar. Uno de los temas recurrentes de Lovecraft era que la suma total del conocimiento humano facilitaría “aterradoras vistas de la realidad ", y por lo tanto la "ignorancia " sería el equivalente a la "seguridad". ¿Crees que esta idea podría explicar en parte el resurgimiento de la popularidad de HPL de las últimas dos décadas más o menos, hasta el punto de haberse convertido en un producto mercantil rentable?
Alan Moore: Creo que en cuanto al fácilmente demostrable
aumento de popularidad de Lovecraft, en realidad estamos hablando de dos
fenómenos separados. Quizá el primero, que en mi opinión es populista en lugar de popular, es
el que apunta a una mercantilización de Lovecraft y que se puede comprobar con los juguetes de
peluche de Nyarlathotep, la absorción de imágenes Lovecraftianas en franquicias como Piratas del Caribe, y la verdaderamente entretenida y divertida
aparición invitada de Cthulhu en South Park. Aunque seguro que de alguna forma
puede haber estado influenciado o reforzado por la aparición de estudios serios
sobre Lovecraft a lo largo de la década de los ochenta, por lo general no creo
que las tendencias populares se hayan visto estimuladas por los descubrimientos académicos, facilitando una especie de efecto de "caladura"
intelectual. Supongo que es mucho más probable que haya llegado un punto en el que la popularidad de la temática Lovecraftiana se haya empezado a incrementar al mismo tiempo que también empezaban a incrementarse los estudios académicos sobre su obra, y ambos fueron vistos como
el mismo fenómeno de una forma natural. Tal vez la verdadera razón del éxito que Lovecraft ha empezado a tener en la cultura popular se deba a sus interminablemente novedosos e
insondables monstruos, criaturas en las que todavía se puede confiar para que
provoquen un escalofrío genuino en las audiencias que han crecido hastiadas de
los zombies, los vampiros y los hombres lobo.
Supongo que el motivo del incremento académico de la reputación
literaria de Lovecraft que ha acompañado este incremento de su popularidad en
general, aunque sin conexión directa, responde a problemas
mucho más graves de los que has descrito y que podemos ver reflejados en la
ficción de Lovecraft. Creo que es en este área donde precisamente los
académicos se han dado cuenta de que hay algo más serio, e incluso realmente
profético, en los escritos de Lovecraft, lo que ha facilitado que su obra sea bien recibida en
el canon de la literatura seria americana, al igual que ha ocurrido con la de [Nathaniel]
Hawthorne y [Edgar Allan] Poe. El famoso comienzo de La llamada de Cthulhu, donde
Lovecraft describe la incapacidad de la humanidad para hacer acopio de toda su
información y conectarla con una actitud "misericordiosa", advirtiendo
de la llegada de una época en que la humanidad ya no va a poder retirarse en paz y seguridad ante la llegada de una nueva edad oscura, parece una predicción precisa de las
respuestas fundamentalistas de las tres religiones abrahámicas ante los
descubrimientos científicos y la complejidad cultural que traen consigo. Creo
que Lovecraft es uno de los pocos escritores de terror de su tiempo cuya
relevancia no se ha desvanecido a lo largo de las pasadas décadas, precisamente porque
ante todo, su obra habla del terror contemporáneo que estaba viviendo el autor y del horror que nacería en el futuro, y que como hombre inteligente de su tiempo hasta cierto punto fue capaz de prever.
Por mucho que arremetiese vociferando contra [TS] Eliot y el
resto de modernistas, si revisamos su utilización de técnicas tales como la
corriente de la conciencia y una glosolalia que puede igualar la de [James]
Joyce o Gertrude Stein, creo que podemos considerar a Lovecraft como un modernista oculto. A pesar de todas las
antiguas afectaciones del S. XVIII, la estructura de sus historias y las
estrategias literarias que utiliza son implacablemente innovadoras, y de hecho,
hacia el final de su corta carrera literaria estaba inventando una novela
híbrida sin precedentes que mezclaba terror y ciencia ficción (posiblemente gracias
a su ateo desdén por lo sobrenatural) que se terminaría convirtiendo en su marca
registrada. Creo que han sido estos logros genuinos, tardíamente reconocidos, los
que han facilitado que alcance su merecida situación académica como
uno de los pocos escritores capaces de hacer frente a nuestra situación
psicológica actual. Los juegos de rol, los pósteres y chapas de Cthulhu para presidente,
la camiseta de Cthulhu y Hobbes que Leah [Moore] y John [Reppion] me regalaron
hace unos cumpleaños, todos forman parte de un fenómeno diferente que supongo
que en gran medida está basado en el eterno atractivo de un enorme monstruo con
un nombre casi impronunciable y un rostro que parece una ensalada de mariscos.
Hasta cierto punto un fenómeno puede llegar a trabajar en contra del resto: uno
de mis principales lemas de partida a la hora de afrontar mi reciente trabajo sobre
Lovecraft para Avatar ha sido: "Todos nos hemos sentido demasiado cómodos
con Cthulhu". Es posible que tengamos que hacer un necesario esfuerzo
para centrar la atención de los lectores en los elementos de la literatura de
Lovecraft que resultan verdaderamente aterradores o perturbadores, como sus acertadas reflexiones acerca de nuestro más que probable abandono y desdén por el conocimiento y lo
complejo, en lugar de en lo guay que parece una barba hecha de tentáculos.
(Aunque probablemente esto último haya tenido una especial incidencia en la popularidad que yo
mismo he podido alcanzar.)
(Continuará)
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