lunes, 8 de septiembre de 2014

SUPERGOD, por Warren Ellis

Ensayo sobre el cómic Supergod para Previews World, por Warren Ellis (2009). Traducido por Frog2000.

Un superhumano es una forma de vida alienígena por definición. "Más que humano" no significa ser un ser humano, porque ya no se es humano nunca más, ya no se es como nosotros, sino otra cosa. Nuestra reacción ante la presencia de los superhumanos debería ser la misma que tenemos ante una araña: es algo tan alienígena que desencadena tal repulsión visceral que tenemos que esforzarnos por intentar controlarla. O quizá puede ser una reacción parecida a la que se produce ante una seria esquizofrenia. La esquizofrenia huele diferente. Ellos piensan de forma diferente. Puedes verlo en su mirada. No Son Como Tú.

Recuerdo que una vez la escritora Lisa Tuttle dijo en un programa de televisión: “Cada uno de los ángeles es terrorífico.” Son demasiado perfectos. Demasiado alienígenas. No piensan como nosotros.

Black Summer trataba sobre superhumanos que eran demasiado humanos. No Hero trataba sobre superhumanos que eran inhumanos. Supergod trata sobre superhumanos sin rastro de humanidad, completamente diferentes a nosotros. Se podría decir que es la tercera entrega de una trilogía.

Supergod es la historia de cómo se podría desarrollar una carrera armamentística superhumana. Resulta sencillo de imaginar. Los humanos han estado configurando sus propios dioses mediante sus propios medios desde los albores de nuestra existencia en la Tierra. Porque no somos capaces de ayudarnos a nosotros mismos. Ídolos de bronce que encarnan figuras de la fertilidad, grandes pinturas rupestres, tallas, mitos y leyendas, escritores de ciencia ficción generando religiones de la nada.

No es difícil imaginar cómo los constructores de armas nucleares y aceleradores de partículas podrían volver toda su atención hacia la más antigua de las actividades humanas.

Maquíllalo como defensa superhumana, como exploración de los límites del cuerpo humano, como transhumanismo y posthumanismo.

En una ocasión Stewart Brand parafraseó a Edward Leach: “Somos como dioses y podríamos ser muy buenos en ello.” Y quizá todavía se escuche esa pequeña voz picajosa en mitad de la noche: No quiero estar sólo. Quiero que exista algo mayor, que actúe de formas misteriosas y que quiera lo mejor para nosotros. Y le perdonaré el espantoso estado en el que está este mundo y todas las cosas que quieren aplastarme y matarme que hay en él, y quiero tener fe en que algo increíble e invisible e incognoscible hará que las cosas marchen mejor.

Y por eso (en Supergod), sólo para asegurarnos, voy a diseñar algo que se le parezca y lo voy a dejar almacenado. Voy a fingir que es un arma, una capacidad defensiva, un objeto para computar o una máquina de construcción, aunque en realidad se trate de un Mesías.

Pero recuerda, el Mesías es un niño muy travieso.

Siempre que se construyen armas se producen accidentes. En Supergod una de estas criaturas se desencadena de repente. Y lo que hace es completamente impredecible, casi una locura visto desde la perspectiva humana, porque no es humano.

Incluso aunque esté programado para salvarnos, no va a hacerlo de una forma que puedas entender. Esos sueños de hombres voladores que nos amparan del mundo corrupto y mortal en el que vivimos son los nuestros. Proyectamos nuestros deseos humanos sobre ellos. Si ellos fuesen reales no pensarían de esa forma. Y por eso Supergod comienza con un científico del gobierno que se llama Reddin en un estado de desequilibrio mental casi Lovecraftiano, sentado a las orillas del Támesis mientras Londres arde detrás suyo y miles de cadáveres flotan en el río. Londres lo tuvo fácil. Deberíais ver cómo está Mumbai.

Warren Ellis,
Desde una Inglaterra Ardiendo
Julio de 2009

*** Nota: Black Summer, No Hero y SuperGod están publicados en castellano por Glénat.

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