lunes, 23 de diciembre de 2013

"YA HE OLVIDADO LO QUE IBA A DECIRTE, PERO SÉ QUE ERA CIERTO". EL TESTIMONIO DE JEAN-PIERRE DIONNET (4 DE 4).

Entrevista de Joe McCulloch para The Comics Journal (Noviembre de 2013). Traducida por Frog 2000. Parte 1parte 2, parte 3.

Hablo de mi última serie [de 2011-12], titulada "Des Dieux et des hommes, Of Gods and Men", que para serte franco, ha sido un error en cuanto a ventas. Porque intenté... para empezar, Moebius estaba echando una mano a Laurent Theureau, y éste tenía un estilo muy Moebius. La portada es suya. En el segundo número participaba [Roberto] Baldazzini con su estilo más sexy. Y yo todavía estaba aprendiendo de nuevo, esto es como montar en bicicleta, ya sabes, siempre sabrás montar, pero ya no puedes estar en primera posición.

En el tercero dibujaba [Peter] Snejbjerg, su historia es maravillosa y divertida. Pero el cuarto número fue muy deprimente. Fue donde me di cuenta de que la serie ya no funcionaba. Porque eran doce números y los que faltaban los iban a dibujar siete mercenarios con un sueldo exiguo, y la siguiente historia era muy oscura. Y a la gente no le suele gustar esas cosas. Pero bueno, así es la vida. Así que he decidido que de ahora en adelante no voy a volver a colaborar con adolescentes. O algo parecido. 

Joe McCulloch: si, entonces, al final sólo se van a editar dos tomos de Des Dieux et des hommes, el de Theureau y...

No, no, no.

Joe McCulloch: de acuerdo.

En Italia se editarán en breve, y también en Alemania. Cuatro volúmenes, pero desafortunadamente la historia dibujada por Theureau se quedará en el archivo. 

Joe McCulloch: en la edición inglesa de "Armies" que editó Humanoids había una introducción de Pat Mills, el primer editor de la revista 2000 AD en Bretaña.

Si, si, me puso muy contento.
Joe McCulloch: Si. En ese ensayo mencionaba que él consideraba que las historias de "Armies" eran anti-belicistas, y me pregunto por qué antes has dicho que cuando eras editor del Métal Hurlant tu ideología era la ausencia de "ideologías"...

No, me refería solo a mí, a mi persona. Estaba hablando sobre mi ideología en cuanto al trato con guionistas, dibujantes y la revista. En mi caso intentaba no conocer nada sobre lo que estaba escribiendo. Me encontraba a caballo entre dos mundos. Porque era uno de los hijos del ´68, de los tiempos hippies, pero mi padre era como una especie de leyenda viviente. Había nacido en 1900 y participado en la guerra, porque era muy pobre. En primer lugar estuvo en la Primera Guerra Mundial cuando tenía 14 años. Se convirtió en un "Dragón", con su caballo y su espada. Se convirtió en lo que nosotros llamamos "Chasseurs d’Afrique", que significa que todo el regimiento estaba compuesto por negros. Nunca hablaba mucho sobre la guerra. Raramente decía algo. Fue el último gobernador de Marruecos, se lo devolvió a los marroquíes. 

Fue un aventurero. Nunca hablaba del tema, pero hizo un montón de cosas. No le gustaban las historias de ficción, y ese es el motivo de que yo escriba historias, porque un día le dije: "Oh, deberías ver esta maravillosa película, "Lawrence de Arabia" [David Lean, 1962]". A mi padre no le interesaba mucho y se marchó a otra habitación, y mi madre me explicó: "Oh, tu padre ganó una carrera de caballos contra Lawrence. De ahí proviene el trofeo de la sala de estar, el que está donde las Damas". Nunca quiso saber a lo que me dedicaba, pero siempre me dejó hacerlo. Me decía: "no quieres ir al ejército, pues no vayas." "Pero tú fuiste el mejor". "Oh, pero tú no tienes por qué ir. No te voy a obligar." Y nunca hablamos sobre el tema, porque mi familia y yo nunca solíamos hablar mucho, pero cuando falleció mi padre abrí su caja fuerte, y allí estaban todos mis cómics y mis artículos en la prensa. Aunque nunca habíamos hablado sobre ello. Y así es como hice esas cosas, porque estaba fascinado por lo militar: desde "Los Ejércitos del Conquistador" hasta Arn, pasando por Exterminador 17. Estaba fascinado por los hombres que se quedan atrapados en mitad de la guerra. 

¿Qué es "Los Ejércitos del Conquistador"? Pues una historia sobre todos los ejércitos, aunque cada historia individual tenga su propio poso de amargura. Y son historias muy duras, porque él [el soldado] quiere ganar y al final se desvanece, porque no tiene nada más que hacer. Así que supongo que me gustan los soldados que intentan hacer lo mejor que pueden en la guerra. Pero no me gusta la idea de la guerra. 

Joe McCulloch: claro.
También soy un poco ambivalente, porque mi padre fue militar. Así que de alguna forma (un psicólogo me lo dijo una vez) he intentado entender a mi padre. Así que creo que todo es como muy personal. Además, también se parece bastante a la película Patton [Franklin J. Schaffner, 1970], escrita por [Francis Ford] Coppola. Una vez conocí a un tío que era militar que me dijo: "Me gusta esa historia. Las espadas están retratadas perfectamente, las batallas parecen reales, no tiene pinta de ser una falsificación. Se reconoce bien la historia. Está muy bien." Muchos hippies me solían decir: "Guau, tío, muestra muy bien los horrores de la guerra, es terrible". Pero yo recordaba a Patton de la época que había salido en la portada de la Rolling Stone, y era como una película anti-bélica, porque Patton estaba loco, y al mismo tiempo también era la película favorita de Nixon. Por lo que supongo que una buena historia tiene que ser ambivalente. 

¿Sabes lo que estoy haciendo en la actualidad? Estoy traduciendo por placer los poemas de fantasía heroica compuestos por el general Patton.

Joe McCulloch: si, de acuerdo.

¡Porque estaba loco! Ese tío era más oscuro que Lovecraft, y lo que dice es tan monstruoso... tiene mucha musicalidad. Así que me alegra que Pat Mills se tomase la obra como material anti-bélico. Y estaba en lo cierto. Pero me he vuelto un poco como mis amigos japoneses, que dicen: "lo que la gente puede ver, eso es lo que se come". Y cuando me casé en el Military Circle con mi primera esposa, con todos los artistas de Métal Hurlant, también acudieron algunos generales a la ceremonia, y me dijeron: "nunca había leído cómics antes, pero me gusta tu tebeo." Creo que es una cosa normal, porque, bueno, es gracioso, pero a la mayoría de los soldados no les gusta la guerra. Porque piensan: "nosotros no hemos decidido guerrear, son los de arriba los que han tomado la decisión."

Y la mayoría de ellos, los que habían estado codo con codo con mi padre, eran muy críticos con la cara política de la guerra. La forma en que las personas que estaban en un escalafón superior enviaron a sus hombres a la muerte. Así que soy ambivalente. Pat Mills recogió todo esto para hablar contra la guerra y a mí me gusta su obra. Él es más anti-belicista que yo, ahí tienes su "Charley´s War", lo que sea. Pero tiene razón. Está en lo cierto. Y "Conquering Armies" también puede que tenga influencias del libro de [Dino] Buzzati "Il deserto dei Tartari", porque ese libro me fascinaba. Es un libro en el que los protagonistas están esperando a un enemigo que nunca termina de llegar.
Y tal vez me llevé algo conmigo. Cuando empezamos con "Conquering Armies", que era mucho menos violento que Arn, le dije a Jean-Claude: "vamos a hacer una gran guerra y que aparezca Genghis Khan, pero en lugar de mostrar los momentos de gran emoción guerrera, mostraremos los intermedios, los huecos entre batallas." Yo estaba excitadísimo, y junto a Jean-Claude mostramos esas pequeñas cosas que sucedían en las guerras y que nunca salían retratadas en los libros académicos. Pero más tarde, cuando nos pusimos con Arn, decidimos no hacer fantasía. En su lugar hicimos una gran historia sobre el mundo, tal vez como pudo ser en el pasado, o tal vez tal como podría existir en el futuro. Ese es el motivo por el que en un principio están excavando en las montañas. No sé si es en el pasado o en el futuro. Esa historia empezaba como en un estado de ensoñación.

Joe McCulloch: si.

Me gustaba mucho ese tono. Es la historia de la que estoy más orgulloso, seguro que por una razón muy estúpida. Por dos razones. Fue todo un éxito en Corea, lo que me gusta mucho, porque fui capaz de captar la atención del lector coreano, donde se supone que les gustan imágenes muy diferentes, y eso me llena de orgullo. Pero el segundo motivo es más personal, porque pocos años después de que terminásemos Arn, cuando Gal empezó a colaborar con [Alejandro] Jodorowsky [en Diosamante], me mostró algunas historias de los tuareg que acababan de traducir, y una de esas historias era nuestra historia. Por lo tanto, eso significa que no me había inventado nada, sino que en algún momento de mi vida había tenido acceso a una especie de arquetipo, una especie de leyenda en el aire que yo fui capaz de recoger.

Nunca he hecho algo parecido. Excepto Exterminador 17, que se editó antes del ciberpunk, fui el primero en conectar un hombre a una máquina. A un gran "MacBook".

Bien puedo decirlo ahora, porque era muy joven cuando escribí ambas cosas. Pero más tarde... cada vez que he tenido una idea, he pensado: "ya me pondré más tarde", y entonces había algún otro que la hacía antes. Recuerdo una historia que iba a hacer y que, Dios mío, como tardé tanto en hacerla, otro artista la terminó antes que yo. Otra vez hice una historia que nunca publicaron en Estados Unidos, porque había un montón de sexo con gente mecanizada. Y al final resultaba que eran animales reales que procedían de la isla del Doctor Moreau, y ¡bang! ¡Ahí está! Alan Moore hizo algo parecido. Es increíble, porque en los libros teóricos que he ido leyendo me he enterado de que existe un montón de sincronicidad en el mundo, cada vez más.

Joe McCulloch: si, claro.
Y el mejor ejemplo que he podido comprobar en persona fue cuando Phillipe Druillet estaba acabando una portada para Pilote, donde la Tierra se veía asida por tres manos que parecían garras de acero, y el mismo mes se editó un número de Thor con una portada similar. ¡No podían saberlo de ninguna manera! Así que claro que creo en las teorías que he leído. No es un asunto místico, pero a veces tenemos acceso a algo mucho más grande que nosotros, que quizá sea genético, puede que tengamos todos los recuerdos del mundo en nuestro interior. Y podemos acceder a ellos cuando estamos en buena forma o, por el contrario, demasiado cansados. 

Joe McCulloch: como es obvio que te lees un montón de cosas, me gustaría preguntarte si has disfrutado algunos cómics recientemente. 

Oh, sí. Uno es de Fantagraphics, "Nancy". Cuando era niño me fascinaba "Nancy", porque nunca me hizo reír. Aunque todavía me lo leo.

Joe McCulloch: sí, en cuanto a eso, no eres el único.

Pero verás, ¡incluso ese tipo fue profeta una vez! Porque he leído una tira donde Nancy no es capaz de deletrear la palabra "Afganistán". Su perro está plantado en el exterior de la escuela esperando y ella sabe que el chucho se llama "Afganistán". La tira era de 1975, sí, pero la fecha escrita debajo es la del 11 de septiembre.

Así que sí, he estado leyendo "Nancy". Como ahora en Francia está apareciendo gran cantidad de... un montón de cómics de [Suehiro] Maruo, el dibujante japonés, últimamente he estado leyendo mucho material suyo. Está totalmente loco. También he leído con mucho placer, aunque con gran desazón, el último Philémon de Fred [Aristidés]. Lo digo por lo que acaba de pasar. ¿Y qué más? ¡Ah! Ese tío desconocido en los Estados Unidos y que me gusta mucho que se llama Pierre La Police, su nueva obra. También me he leído en inglés el segundo tomo de "Captain Easy", y es verdad que por alguna razón [Roy Crane] influyó a Kirby, como que abrió la puerta y la cerró detrás suyo.

Y sobre todo, durante estos días he leído, aunque no sepa hacia dónde quieren ir, las colaboraciones entre Humanoïdes, Dargaud, Glénat... entre los dibujantes chinos y los guionistas franceses. Están creando algo que no soy capaz de entender del todo, pero que resulta interesante. Una de esas colaboraciones se titula "L' Amour à mort", es una especie de recuento de la historia de Romeo y Julieta. Muy extraño. También hay una cosa que se llama "Zaya", y un título loco de los Humanoïdes titulado "Crusades". Han creado como una especie de cómic del mundo, aunque tal vez... al final no esté tan mal, porque es verdad que le hemos entregado el mundo a las grandes empresas.
Por cierto, les dije a los de Dargaud que algún día me gustaría hacer un manga. Tengo algunas ideas al respecto, porque conocí a la hija de un dibujante... hay un manga que me ha gustado un montón. Estaba guionizado por Kazuo Koike [y dibujado por Kazuo Kamimura]: Lady Snowblood. Con el debido comportamiento respetuoso, le comenté a su hija que me gustaría escribir algún día un capítulo de "Lady Snowblood".

Joe McCulloch: excelente.

Pero como de costumbre nunca llegué a hacerlo. No sé por qué, pero debería haberlo hecho, porque soy un gran fan del personaje, supongo que debería haber insistido. Pero nunca se llegó a hacer, aunque sé bien cómo funciona el mercado japonés. Podría haber sido divertido.

Joe McCulloch: si.

Tengo otro proyecto para la China continental sobre una serie de animación, pero puede que se inicie o puede que no. Espero que sí, porque me encantaría irme a trabajar a China, allí tengo muchos amigos. Mis amigos franceses han empezado a deprimirme, siempre estamos mascullando que no es el mejor momento de nuestras vidas. Ya lo sé. Pero he viajado por todos los países pobres y sé que en Occidente no se está tan mal, ¿sabes a lo que me refiero? He estado muchas veces en países como el Tíbet o Laos, o lo que sea, Camboya. O en África. Y sé cómo vive la gente realmente pobre. Sé que hay gente pobre de solemnidad, también en los Estados Unidos, o en Francia, hay personas que han perdido sus puestos de trabajo, todos tenemos menos dinero... pero no se puede comparar. No podemos compararlo, creo que sería muy egoísta, pero bueno... tampoco quiero hablar más del tema. Soy un tipo de ficciones. Soy alguien de la fantasía, no me gusta hablar sobre el mundo real. No es lo mío.

Joe McCulloch: claro.

Ah si, y por otro lado también me he leído un bonito comic book que nunca había visto de Dino Buzzati.

Joe McCulloch: oh, de acuerdo.

Porque hizo tres, y me había leído dos y acabo de leerme el tercero.

Joe McCulloch: Ok, de acuerdo.

Claro.

Joe McCulloch: De acuerdo. Creo que tengo todo lo que necesito. Gracias por haber sido tan generoso con tu tiempo.

No, claro, ya sabes (fue Moebius quien me lo dijo): "Ten en cuenta que cuando haces una entrevista, no tienes por qué asustarte del entrevistador. Considera la posibilidad de que podría ser tu psicoanalista. Y tal vez cuando la leas más adelante, puedas descubrir nuevas cosas sobre ti".

Joe McCulloch: si, ¡si! Me parece excelente.

De esa forma, la entrevista se convierte en un momento más divertido, pero ya he olvidado lo que iba a decirte, aunque sé que era cierto. 

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