miércoles, 4 de diciembre de 2013

COMENTARIOS SOBRE CRUMB 27: CHARLES SCHNEIDER

Varios autores ofrecen sus impresiones sobre Robert Crumb y su trabajo. Artículo aparecido en Blab nº3 (1988). Traducido por Frog2000. 

1. JAXON

2. KIM DEITCH
3. JOHN THOMPSON
5. JOEL BECK
6. TRINA ROBBINS
7. HARVEY PEKAR
8. ACE BACKWORDS 
9. SAVAGE PENCIL
10. TOM VEITCH
11. SPAIN RODRIGUEZ 
12. JOSH ALAN FRIEDMAN
13. BETO HERNANDEZ
14. GEORGE HANSEN 
15. DON DONAHUE 
16. BOB BURDEN
17. JUSTIN GREEN
18. DANIEL CLOWES
19. LESLIE CABARGA
20. CHESTER BROWN
21. RICHARD SALA
22. REVERENDO IVAN STANG
23. RALPH STEADMAN
24. JAY LYNCH
25. BRUCE N. DUNCAN 
26. DREW FRIEDMAN

27. CHARLES SCHNEIDER 

[El prolífico autor es cineasta, mago, escritor de teatro, actor y dibujante. Una de sus últimas aportaciones a la cultura ha sido la introducción que ha escrito para "Burlesque Paraphernalia", la reimpresión de un catálogo de 1930 de DeMoulin Bros. editado por Fantagraphics. Web del autor.]

Ser un chaval en Chicago a finales de los sesenta era una auténtica locura. Mis padres eran lo suficientemente enrollados como para dejarme salir de forma ocasional sin supervisión. Tengo recuerdos de la Convención Demócrata de 1969, mientras estaba paseando por ella con mi hermano, y éste me decía: "Ese es un freak, hazle el "signo de la paz" o "ese es uno de los "hermanos", hazle el "signo de poder para el pueblo". Me daba cuenta de que esas personas eran mayores que nosotros, pero no se parecían a mis profesores. 

El barrio de "Old Town" estaba empezando a florecer en esa época. Ese era el mote de Wells Street, un lugar lleno de boutiques, head shops, librerías, la botonería "Stick It In Your Ear", una casa que atraía horrores de maniquís mutilados y muchas otras excrecencias auténticas y comerciales que formaban parte del movimiento con incrustaciones de incienso. Me había dejado crecer el pelo hasta los diez, llevaba una camiseta mejicana, escribía cosas raras y pintaba extraños dibujos. Un día mi padre y yo estábamos caminando por "Old Town" y le conduje hasta un lugar que se llamaba The Bizarre Bazaar. Sigue en el mismo sitio, pero ahora es patético. En ese momento tenían millones de pipas, papel de fumar, camisetas, sombreros raros y otros cebos para turistas, la mierda falsa "hippie" habitual. Pero lo más importante de todo, tenían el primer comix underground auténtico que había podido ver alguna vez. El primer underground sobre el que se posaron mis ojos fue el "Hytone Comics" de Crumb. Me quedé mirando fijamente esa portada completamente fascinado. Creo que debió impresionarme de la misma forma que otros se quedaron pasmados con la famosa portada del Mad número 11 de Wolverton. Sabía que algo estaba podrido en Dinamarca y que de esto era de lo que trataba la existencia.
De alguna forma, quizá por un milagro, mi padre me compró el cómic. Leí "Pete the Plumber" con completo deleite. Yo era un niño, pero no me produjo ningún "shock". La narrativa y el dibujo de Crumb tenían mucho sentido. Su estilo de dibujo te podía cautivar de forma inmediata, conjurando recuerdos de las tiras de cómic de los treinta y de otras oscuras fuentes. Su trabajo parecía estar impregnado con la dolorosa sensación de que había cosas que habían desaparecido para siempre, cosas hogareñas que habían sido mejores y que se habían perdido tristemente. Yo compartía esa sensación, y crecí para descubrir un pasado único que nunca habría conocido antes si no llego a leer la obra de Crumb. 
Como ocurre con las mejores novelas, sus personajes se convirtieron en mis amigos, sus imágenes estaban cargadas con el núcleo interno de la verdad. De alguna forma sabía que era una obra honesta. Quizá me identificaba con la personalidad misántropa que se podía descubrir en sus trazos. Por fin aparecía una voz que engranaba los estilos gráficos del pasado y la tradición popular de las grandiosas primeras épocas del siglo con una narrativa que rompía tabúes. Esta remarcable combinación de influencia gráfica de los treinta, irreverencia contra la autoridad inspirada en el Mad y demoledora ruptura con la censura de la psique de los sesenta que se conjuraba en la obra de Crumb probablemente nunca podría haber ocurrido en ninguna otra época. 

Uno de mis amigos se llama Paul Bigelow. De niños solíamos leer cómics en el sótano de la Iglesia de su padre. De algún modo habíamos conseguido copias de los primeros Zap y Snatch de Crumb. Fue donde aprendimos lo que era el sexo. Lo cual podría ser el responsable de algunas de mis fijaciones más peculiares actuales. ¿Quién demonios puede saberlo? De cualquier manera empezamos a dibujar nuestros propios "undergrounds" para entretenernos. Gracias a esos primeros encuentros con la obra de Crumb y algunos otros a tan tierna edad, he continuado adquiriendo la obra de muchos otros magníficos artistas desde entonces. A los doce años mi familia consiguió una cámara Super-8 y empecé a hacer pequeñas películas impresionables con enorme pasión. Sin lugar a dudas, estaban totalmente influenciadas por todas las películas, cómics y el resto de efluvios de la cultura popular que flotaban por mi cabeza desde el principio. 

Ahora, en 1988, he estado poniendo en escena una obra de estilo "Grand Guignol" en Los Ángeles como intento de llevar las visiones elevadas y de vanguardia que tanto me gustan a un escenario. Ciertamente, los brillantes trabajos de Crumb, Williams, Deitch, etcétera han ejercido una enorme influencia en mi material. ¿Qué es lo que estaban intentando decir estos artistas? Que está bien correr riegos, explorar nuestra psique y dejarla a la vista de todos, echar abajo los miedos tradicionales y conservadores de forma bonita. Otros magníficos artistas siguieron intentando sacudir los supuestos pilares de nuestra cultura, y los resultados siempre han sobrevivido a los jadeos del público capaz de indignarse. Aquellos de vosotros que estéis leyendo esto, probablemente habréis sentido todo lo arcano, prohibido, sexual, violento y feo que contienen las semillas de la manzana de Eva. Nuestra labor es encontrarlas, plantarlas, hacerlas crecer y crear un nuevo Edén.

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