viernes, 28 de septiembre de 2012

GOUDOU GOUDOU (8 de 10), por ANN NOCENTI

Goudou Goudou, 8 de 10. Posteado por Ann Nocenti el 17-01-2011 en Hilobrow. Aquí el post original. Traducido por Félix Frog2000.
Pinzas en las mejillas, en las cejas, en los labios que cuelgan como pendientes, con el rostro encanillado como si intentase hacer frente a un puerco espín gigante. Pinzas en filas recortadas a lo largo de su cuello y brazos, creando la sensación de un lagarto abanicándose. Su rostro estoico está sujeto no sólo por las pinzas de la ropa y por el dolor, sino también por la humillación. Cada “pin” representa un juego perdido, los espectadores se burlan y le toman el pelo. Se sienta bajo un platanero frente a su oponente, colocando sus fichas con una constante deliberación que no parece que le esté funcionando.

El adversario se reclina en una silla más grande que él mismo, tanto que sobresale por encima de su cabeza. Intenta aferrarse a su racha ganadora. Le da una palmada a la mesa de dominó con gusto, como si pudiese mejorar las baldosas manchadas con su especial victoria “juju”. Y a lo mejor puede que le funcione.

Estoy observando desde la carretera este duelo de dominó a muerte, esperando un moto-taxi que nunca termina de llegar. No se puede encontrar ni una sola gota de gasolina. Las especulaciones habituales flotan alrededor, rumores como: ​​cuando los precios del gas se hunden, las empresas de combustibles van acumulando hasta que el precio vuelve a subir. Otro susurro en el viento dice que tal vez esté llegando por mar un tanque de combustible venezolano o canadiense. Quién sabe. Los ricos no tienen ningún problema, tienen alijos escondidos, sus vidas nunca pierden el ritmo. Son los pobres los que están condenados a perder su trabajo, a hacer cola en filas sin fin para conseguir combustible, o a comprar gas basura demasiado caro y aguado que arruina todos los motores.

La gente me dice que no use las motobikes. Los conductores no tienen licencia y tal vez hayan aprendido a conducir ayer mismo, nadie usa casco, hay un sinfín de baches, cada uno va a la velocidad que le da la gana, incluso cuando se están dirigiendo hacia ninguna parte. Las colisiones de motobikes son la mayor causa de mortalidad en Haití. Pero yo soy adicta a sus carreteras. No me canso de recorrerlas, admirando el paisaje al pasar... una niña pequeña tira con todas sus fuerzas de la cuerda atada a una vaca obstinada, una mujer pasea con una pila de un metro de tupperwares color caramelo en equilibrio sobre su regia cabeza, la chispas de una soldadura de arco se disparan como mil aleluyas hacia el exterior de la sede de una iglesia derrumbada convertida en la tienda de un mecánico. Y la brisa: la única vez que me siento “cool” es cuando me azota mientras voy montada en una motobike.

Demasiados bebés, me digo. Ningún bebé, me digo. Mis bebés son mis 40 alumnos. No tengo bebés y tengo un montón. Por ahora nos reímos profundamente, pero no sabemos de qué. Las risitas se me pegan de forma extraña como si fuesen burbujas, aunque la verdad, fracasar al intentar conseguir una motobike no es motivo de alegría.

Anoche capturé unos minutos de la goteante melaza que pasa por internet en Haití. Los hombres que se hacen pasar por policías del país han secuestrado el ancho de banda, sentados en el parking mientras se descargan películas de acción, pero incluso en los días que marcha bien es demasiado lento. Todo lo que se puede hacer es echar una ojeada al correo electrónico y esperar poder hacer clic y vislumbrar algunos de los mensajes más importantes antes de que la conexión se muera irremediablemente. Entre el montón de correos electrónicos acumulados había uno de la oficina de la Escuela de Cine de Nueva York en donde se me pedía que consiguiese el tamaño de los pantalones vaqueros y la talla de camisa que visten mis alumnos. Alguien de Nueva York quiere donar ropa bonita. Titubeo. La mayoría de los extranjeros que prometen cosas nunca se las terminan de entregar a los haitianos.

Las chicas están especialmente excitadas. Encontramos un buen pedazo de papel, dibujamos líneas, un gráfico con el nombre de cada estudiante, columnas. Las chicas comprueban las presillas elásticas, agarran a los chicos por sus cinturas y miran la parte trasera de sus pantalones vaqueros. Nadie parece saber de qué tamaño son. Es una gran representación escénica, llena de travesuras y bromas y risas y cachondeo. Puede que se coma todo el tiempo y tire por tierra las lecciones de hoy, pero me gusta verlos tan felices.

La única manera de distraer la atención de un sueño es atraer la atención de ese alguien con otra cosa más interesante. Hago estallar una película de acción en el reproductor. Empiezo a charlar superficialmente y a congelar la cinta con la intención de mostrar todos los ángulos posibles para grabar una secuencia de acción. Les pido que especulen sobre dónde estaba la cámara en cada una de las tomas. Cómo se tienen que ir seccionando ciertos planos para luego juntarlos y aumentar la tensión. Hoy es un día especial. Charlie Libin, camarógrafo, se encuentra de visita desde los Estados Unidos, y ha venido como invitado para impartir una clase. Mi amigo Christophe se ha ofrecido a montar su ATV en una pista local de motocross vestido con su impresionante uniforme de carreras de cuero negro. La pista dispone de colinas, saltos bastante decentes, senderos plagados de vacas, caballos y toros.

Comprobamos y cargamos el equipo, nos dirigimos hacia el emplazamiento. Todo parece como impulsado. ¡Acción! Cuatro ruedas! ¡Motores ruidosos! ¡Velocidad! ¡Carreras! ¡Trajes “cool” de superhéroe! ¡Un verdadero maestro profesional de Hollywood! Charlie coloca mañosamente una cámara en el casco de Christophe, muestra cómo ocultar la cámara para grabar un salto y que los planos tomados desde abajo del vuelo suspendido puedan filmarse correctamente. Divide a los estudiantes en equipos de grabación y los posiciona. Filmamos a Christophe mientras descarga sus gruesos neumáticos, la bestia de cuatro ruedas, lo grabamos mientras se ciñe su elegante traje de protección, transformándose en un motorista que parece un alienígena a la última. Los lugareños se reúnen para verlo, porque es un evento de alto octanaje en una serie de días que de lo contrario parecerían demasiado lánguidos. Los niños miran con asombro a mis alumnos y sus elegantes bártulos para la cámara. Un hombre aparece con su pitbull, le ordena que haga trucos que el perro se niega a realizar. Las vacas braman, los caballos relinchan. Los jóvenes toman el sol con pose machista y comienzan a trepar a los árboles, hacen volteretas, posan ante los demás. Cuanto más se contonean los hombres, más salvajes consiguen que se pongan los chicos.

Yo parloteo, arrastro aquí y allá a los estudiantes, animándoles a que consigan buenos planos del evento, manteniendo en marcha la entrevista con Christophe. Soy la molesta maestra del látigo que va verificando la lista. Consigue esa toma, comprueba los focos, limpia esa lente, sostén el plano.

El toro me interesa mucho. Hay algo testosterónico en las ruedas y en el ruido del motor que perfectamente podría intercalarse con el toro y con la forma en la que aplasta sus pezuñas contra la tierra, su forma de agitar y balancear su cabeza, un espejo de Christophe mientras este hace rugir el motor por primera vez, baja la cabeza para ponerse el casco negro, encaja la visera sobre los ojos. Es un poco como un cliché, pero suena bien, podría ser divertido. Veo al toro cagando y le digo a Marco que ruede toda esa mierda. Marco me ofrece su respuesta habitual: “Me encantas, profe, pero estás loca”, gira la cabeza y empieza a rodar la mierda del toro. Uno nunca sabe cuando querrá incorporar una comedia “slapstick” con un poco de mierda, literalmente, en la historia. No se puede predecir lo que vas a necesitar en la sala de edición.

Christophe comienza a retumbar por la pista, corriendo en un ATV diferente. Los estudiantes ruedan su ir y venir, y comienzan a adelantarse a por tomas según la moto se va acercando rápidamente para girar luego en círculo. Están aprendiendo cómo cambiar de dirección, cómo cogerle el ritmo al rodaje de acción, a correr junto con las ruedas, a anticiparse y saber dónde poner la cámara, manteniendo el plano en la nube de polvo no sólo según se está levantando, sino cuando empieza a desvanecerse, tomando algunos planos de las reacciones de la muchedumbre. Es emocionante ver a alguien aprender tan rápido. Charlie y yo nos metemos entre ellos, tratando de mantenerlos a todos a salvo.

Una de las primeras clases que imparto es la de "La Cámara Es Tu Bebé." Les digo a los estudiantes que acunen la cámara, que la envuelvan en un paño blanco para mantenerla limpia de polvo, para desviar el calor, para mantener el polvo fuera del visor. Atesoran la cámara, la protegen. Una vez Charlie y yo les dimos una conferencia acerca de que la "seguridad es lo primero", explicándoles que el ATV podría golpear una roca, que ésta saltase y virase de forma explosiva, y por eso siempre han de tener a un "observador" y filmar desde detrás de un árbol u otro tipo de barrera, sin dejar que se presente la oportunidad de que ocurra nada.

En su entusiasmo por tomar los mejores planos dejan de escucharme. Ahora correteo y les grito a los equipos que se pongan detrás de los árboles. Pero en cuanto oyen el chasquido de las llantas se convierten en pequeños imanes en busca de acción. En cuanto me doy la vuelta, se arrastran a plena vista para intentar conseguir un ángulo mejor, por lo general se ponen directamente en el camino de la ardiente bestia.

Los niños pequeños sienten inclinación por las motocicletas, y tratan de actuar con dureza en este gran escenario para chicos. Niños pequeños que se fijan en los niños grandes y recogen su rítmica forma de moverse. El toro brama y añade una banda sonora de barítono que rebota, mientras sigue emitiéndola enérgicamente. Una rueda de Petri del machismo.

Los conductores llevan sus ATV hasta la parada de boxes para descansar sus pectorales y comprobar sus motores. Me refugio a la sombra de un árbol con algunos de los estudiantes. Una mujer se escabulle. Cabello en retroceso, cráneo omnipresente, ojos saltones. Fou, susurran mis estudiantes. Locura. Fou fou. Se levanta la camiseta azul. Quiere hablar sobre sus pechos. Quiere que filmemos sus pechos, o su enfermedad, o simplemente que escuchemos su historia. Sus pechos son tristes. Cuelgan vacíos, casi llegando a lo que parecen ser cicatrices de parto que discurren por su vientre y desaparecen bajo sus pantalones vaqueros. No se trata de una pareja alegre sin historia dispuesta a conquistar el mundo, se trata de pechos con historia, tetas que han alimentado demasiado. Me gustaría preguntarle: ¿dónde están tus hijos? Pero no lo hago. Se adelanta hacia mi cámara. Intento fotografiarla.

De vuelta en la tienda veo que la tabla de tallas de ropa está rellenada por completo. Cada tamaño es el mismo: medio, medio, medio. Me quedo mirando las cifras. ¿Qué querrán decir? No tengo ni idea. ¿Nadie quiere admitir que es de tamaño grande o pequeño? ¿Todo el mundo quiere ser de talla media? ¿No quieren tener diferentes tallas de ropa? ¿Es todo un juego? ¿Sospechaban, como yo, que la ropa prometida nunca terminaría de llegar, pero de todas formas se aprestan a jugar, sólo por el placer de hacerlo?

Intento averiguar las respuestas, pero misteriosamente las chicas tan sólo se encogen de hombros. Es lo mejor que pueden hacer.

Los haitianos son a menudo muy desconcertantes, con su forma de ser tan mercurial, serpenteante. Imagino que también les puede parecer desconcertante que yo intente conducirlos como si fuese un sargento con mi rígida ética sobre el trabajo. No pretendo comprender su mundo, ni que yo ellos conozcan el mío. Pero aún así nos vamos modificando unos a otros. Estamos transformándonos en algo que no sé qué aspecto final va a tener.

jueves, 27 de septiembre de 2012

RUTA 66, NUMERO CUARENTA


RUTA 66, NUMERO CUARENTA (Mayo, 1989)
BAJAR AQUI.

Nota: para poder bajar el archivo se tiene que tener instalado Google Chrome.

En este Ruta 66 número cuarenta, la sección SUSCRÍBETE estaba protagonizada por un "supuesto" lector anónimo y su desternillante carta de odio dirigida contra la redacción de la revista en pleno:

Sí, queridos amigos y amigas, no siempre iban a ser los pobres suscriptores las víctimas propiciatorias de esta humillantes sección. Ya era hora de que alguien se atreviese a poner en su sitio a los miserables berzotas que confeccionamos esta hedionda revista. La iniciativa ha sido de un lector escondido tras el anonimato, como es costumbre en estos casos -que no ha tenido pelos en la lengua para cantarnos las cuarenta y quedarse tan pancho (por cierto, gracias mil por escribir esta página por nosotros). Lee, pues, y descubre gracias a tan privilegiada mente el verdadero y lamentable rostro de los abyectos ruteros... malas gentes donde las haya:
 

"No sois más que un rebaño de mulas, un atajo de semovientes rebozado en estiércol. Una cuadrilla de seminaristas a quienes corroe la envidida por no poder pasar del polvo semanal con vuestras sufridas parientas en vez de dedicaros a vuestra verdadera vocación, cual es iniciarse en las placenteras artes del fist fucking, deleitarse con la lluvia dorada vía cochino manchego, o practicar el sexo oral con Torrebruno.
Tras un tiempo prudencial ya no me caba ninguna dduda. Jaime Gonzalo mejor haría en dedicarse al ejercicio profesional del tiro y arrastre como estrella principal, esto es, como burro, o de dedicarse a lamer los calzones guarros, plagados de palominos, de Ron Asheton -cosa harto delitosa para tan depravadas personalidades- que en insistir en emborronar los (pocos) momentos lúcidos que tiempo ha su pluma nos deparó.
En cuanto a Ignacio Juliá debo hacer varias puntualizaciones: 1- Que ha sido calificado con matrícula de honor cum laude por sus estudios acerca de las reacciones escatológicas de Lour Reed tras haber éste devorado, con verdadera fruición, diecisiete órganos sexuales de nativos de la República de Malabo, adobados con salsa de butifarra y regados por excelente y suculento orujo combinado con anís El Mono en la fiesta anual de Ruta 66. 2- Que lo suyo es más fuerte que los amores secretos entre Kike Turmix y Cristina Almeida (surgidos tras su casual encuentro en el Garage Michinelesco, sala donde proyectaba la visionaria película "The pig semen revenge; Keep on putting onions in my hole"). Eres más corto que la picha de Burt Reynolds, más sublimente estúpido que la versión hardcore del "Es una lata el trabajar" y más inútil que Arteche jugando al Polo (de jinete me refiero, de caballor haría su papel). 3- Sigue así, diciendo estupideces del tamaño de que si no fuese por el single de Marine Girls te suicidarías (comentario a un pack de sencillos en el Rock Espezial). Con mil argumentos como éste, aburridos de enumerar, creo que conseguirás figurar en el Guiness book, sección julandrones, entre las proezas de aquel que ponía la cubitera sobre el Triniton para congelar la imagen y la del primer ministro de Trinidad & Tobago, a quien sólo le faltaba copular con Rafoetus Cervera para cumplir su promesa, encomendada a San Filemón, de yacer en lecho con todo especimen animal viviente (?) en el planeta Tierra.
Por úlitmo, esa piara de mal nacidos llamados colaboradores, transfugas del P.U.T.A (Piara unificada de tarados y anormales), muertos de hambre impenitentes, socios solidarios de Georgie Dann -angelito-, miembros de honor de la congregación de eunucos de Qatar, hijos deformes de Mariscal Romero -otro pobrecito-, herederos del Ramon Trecet e hijos SA, cofrades de Teddy Bautista, engendros resultantes de los experimentos de las Bodegas de Tomás Terrry, monaguillos de Peret, escoria nauseabunda... Que os viole el Fary pasado de Peyote, que en vuestros zafios rostros defeque la junta central falleratras abundante degustación de naranjas navelate, que os sometan a una audición intensiva de las obras completas de Puturrú de Fua y la Orquesta Platería "Scratcheadas" por Joaquín Arozamena, quien a la vez rapea, pléyade de gusanos.
No merece la pena. Sé que no váis a tener huevos de publicarla, y que en caso de hacerlo vendrá fusilada a traición para solaz de la manada de piojosos cueros cabelludos que lucen los amorfos de vuestros lectores (mayormente, no todos). Así les va. Yo ya he catado ratas inmundas. Y OS VOY A LLENAR DE PLOMO, MALDITOS BASTARDOS. AL TANTO.
Atentamente, se despide: CHARLES BRONSON (en Valencia eventualmente, debido al rodaje de "The rocker who eats his brains")."


Nota: no os perdáis los estupendos enlaces a algunos de los mejores discos de la historia que va desperdigando Koolthing BCN en los comentarios de cada Ruta 66.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

RUTA 66, NUMERO TREINTA Y NUEVE

RUTA 66, NUMERO TREINTA Y NUEVE (Abril, 1989)
AQUI.

Nota: es necesario utilizar Google Chrome para poder bajar el archivo.

"Directo e inspirado, impregnado de la amplia visión que retrata, este nuevo LP es una recompensa que ya no esperábamos, para todos aquellos que le hemos tomado en serio hasta en sus épocas más confusas, que hemos escuchado con similar voluntad "Coney Island Baby" o "Metal Machine Music". "The Blue Mask" o "Sally Can´t Dance". "Transformer" o "Take No Prisoners". Lo es porque Lou Reed pocas veces había mostrado tanta convicción. Tanta humanidad."

Junto con Sabino Méndez y Rafa Cervera, Ignacio Julia rendía un merecido homenaje a Lou Reed, quien a su vez hacía lo propio con su ciudad favorita en el LP "New York".

martes, 25 de septiembre de 2012

GOUDOU GOUDOU (7 de 10), por ANN NOCENTI

Goudou Goudou, 7 de 10. Posteado por Ann Nocenti el 03-01-2011 en Hilobrow. Aquí el post original. Traducido por Félix Frog2000. 

-Goudou Goudou 4
-Goudou Goudou 5
-Goudou Goudou 6

De repente llega un espíritu, se sube en tu grupa y te empieza a cabalgar. Si es el escandaloso Baron Samedi quien te está montando y por su culpa te follas un árbol, tan sólo es el espíritu haciendo de las suyas. Si tus amigos te ven follándote el árbol, puede que te sonrían pero ni siquiera te lo mencionarán al día siguiente. Saben que es el intratable Barón usando tus labios y tu cadera para hacer hablar a su lascivo espíritu.

Una mujer dibuja signos con un palo en la mierda. Sus movimientos son fluidos, siguen un camino trazado mil veces antes, aunque cada vez parece novedoso. Vierte un puñado de harina de maíz en su palma. Una fina corriente de blancura fluye de sus dedos tan firmemente como el contenido de un reloj de arena se escurriría entre un reino y otro. Aparece un filamento de fino garabato blanco. Un copo de nieve que parece un símbolo “veve” que dispone de toda la noche para fundirse con el suelo.

“Veves” dibujados, llamas de velas rojas, telas adornadas, botellas adornadas con lentejuelas, comida “Lain”, el lento golpeteo de los tambores... todo preparado tal y como un romántico con ansiedad dispondría un dormitorio para la seducción. ¿Qué es esto en realidad? ¿Una seductora llamada al Loa, a los espíritus...? ¿Quién va a venir esta noche?

Estoy rígidamente sentada en una silla de respaldo recto. Mi escolta para esta ceremonia en lo alto de una cima de la montaña está borracho, poseído, ha sacado un machete, le han reprendido por llevar a una “blan”, una forastera blanca, a una ceremonia privada. Le destierran. Me dicen que me tengo que marchar, pero cuando lo intento me llevan de vuelta a la silla. Al menos eso es todo lo que puedo inquirir con mi fracturado intercambio de palabras de inglés y criollo con un chico joven. Alguien derrama líquido dulce por mi garganta, otro me da un puñado de semillas. Al final me quedo y bailo durante toda la noche con los niños y las “Mambos”, y con un hombre que ha llegado vestido con una chaqueta roja de lentejuelas. Pero esa es otra historia. Aquella noche, hace diez años, fue mi introducción al “Vodouisants”.

En los últimos dos años he asistido a otro puñado de actos de masas vudú. Uno parecía haber sido ingeniado para los turistas, porque el “Houngan”, el sacerdote, parecía más interesado en recoger el dinero. Algunos eran casuales posesiones espontáneas durante una noche de tambores de ron y rítmico golpeteo nocturno, pero también he acudido a algún otro evento ceremonioso a la luz del día que un hombre me describió, en tono de broma, con las palabras: "no creo que vayan a coger ningún Loa con vida en este.”

Al igual que ocurre con cualquier otra niña criada con las películas de Hollywood, para mí el vudú son zombies y alfileres clavados en muñecas. “White Zombie” de Victor Halperin, “Yo anduve con un zombie”, de Val Lewton, “La serpiente y el arco iris”, de Wes Craven, que representaba el vudú como una maldad terrorífica, películas que  han inspirado una legión de zombies y muñecas alfiletero, impregnándolo todo, desde “The Three Stooges” hasta el Thriller de Michael Jackson.

Es como si el único entendimiento sobre el cristianismo proviniese de las monjas sexualmente enloquecidas que aparecían en “The Devils”, de Ken Russell, o de “Greaser’s Palace”, de Robert Downey Sr., donde Jesús llevaba un traje “zoot” y Dios escondía a su madre en una jaula, o del frío y grave Cristo de “El Evangelio según San Mateo”, de Pasolini.

Mi estudiante de cine, Zaka, y yo, hemos sido invitados a una ceremonia post-terremoto. Zaka filma meticulosamente cada detalle. El altar está dispuesto con una cabeza de cerdo, platos de semillas, botellas, símbolos “veve” como base. Ancianos de distinguidos rostros y notables manos golpean los tambores, tocan las flautas. Los “Mambos” giran rápidamente, luciendo sus vestidos divinos: se balancean, bailan, tiemblan, giran sus ojos listos para ser penetrados por un Misterio. El Vudú es una religión estática, sus practicantes están deseosos de servir, hablar y actuar en nombre de un espíritu.

Papa Legba, siempre el primero en llegar, ha acudido a la llamada. Aunque no lo veo aparecer. Una “Mambo” blanca llama al espíritu del amor y la belleza. La atmósfera está cargada. Parece poseída, pero de una forma que nunca había visto antes. Tiene apariencia de ser bastante estricta, una persona furiosa. Empuña un cuchillo, se desmaya en el suelo, se cubre con una sábana. Cuando se levanta de nuevo sostiene una paloma en las manos.

Una “Mambo” me invita a bailar, y por alguna razón, en mi estado de embriaguez me marco un baile al estilo “western swing”. Ella se ríe y me deja que la voltee un poco, a continuación otra mujer quiere probar también. Mis ojos buscan a Zaka, para que me dé alguna pista sobre si enseñar a las sacerdotisas a bailar country puede ser grosero o no, pero no lo encuentro. Más tarde, una sacerdotisa me pregunta si he sentido al espíritu, y le contesto que no he sentido nada aparte de que me encanta bailar. Es inútil resistirse a los atractivos y arrebatados ritmos de la percusión.

Luego aparece un perro. Los perros de Haiti son furtivos y cautelosos carroñeros que tienden a estar al acecho cerca de la cabeza de cerdo. Este cuenta con todo un elenco diferente de miradas en sus penetrantes ojos, parece tener un gran interés en el baile. ¿Es un espíritu post-goudou goudou? Los haitianos suelen mencionar casualmente el caso de una Tía que se convirtió en vaca. O el de un niño que se convirtió en un cabritillo. Un niño que ahora es un tipo diferente de niño. En el momento en el que le señalo a alguien el perro, éste ha desaparecido. Mis estudiantes dicen no creer en Tías-Vacas ni Niños-Cabra ni zombis. Y sin embargo parecen estar secretamente aterrorizados por ellos. Lo real y lo irreal, la creencia y la incredulidad: ignora las cosas bajo tu propio riesgo.

El día amanece en domingo y oigo cantar a lo lejos, largas notas que se mantienen sin retomar el aliento y que parecen tan agudas como si fuesen emitidas desde el interior del agua. Camino a la deriva hacia la playa y veo un semi-círculo de fieles frente al mar, con una joven lista para el bautismo. Hay dos palos largos con los extremos bifurcados como lenguas de serpiente. Imagino que las dos pértigas se utilizarán para sacar a alguien del agua si resulta necesario. El mar es apacible, las sacerdotisas sumergen a la acólita profundamente en la espuma del mar y ella se incorpora con felicidad aturdida.

Veo a un perro molestando a todo el mundo con un palo. No es capaz de encontrar a alguien que juegue con él. El grupo está leyendo biblias y cantando himnos. No tienen tiempo para esa criatura animosa. Así que él mismo arroja el palo hacia el aire y lo vuelve a recoger. Parece feliz teniéndose únicamente a sí mismo para jugar.

lunes, 24 de septiembre de 2012

GOUDOU GOUDOU (6 de 10), por ANN NOCENTI

Goudou Goudou, 6 de 10. Posteado por Ann Nocenti el 20-12-2010 en Hilobrow. Aquí el post original. Traducido por Félix Frog2000.

-Goudou Goudou 1
-Goudou Goudou 4

Los chavales se chupan los pulgares. Mujeres enormes en cuclillas agitan ollas de arroz turbio enormes. Hemos estado filmando durante tantos meses que mis ojos solo ven a través de formas cuadradas. El aire está lleno de humo gris que provoca náuseas. Creo, quizá indebidamente, que esta atmósfera difusa produce cambios en el humor. Una mujer pasa un trapo por la cara de su bebé una y otra vez, la cola de una vaca chasquea limpiándose de moscas. Las moscas flotan y aterrizan con diferentes patrones sin fin. Absurdamente, me hace pensar en el profuso tráfico aéreo de helicópteros que se ha podido ver en este país después del desastre.

Campo Pinchinat. Mis estudiantes ruedan la distribución de comida. El ejército dispone de un área apartada para que las mujeres puedan cocinar, se ponen redes para controlar las filas del hambre. Los niños y las mujeres comen primero. Los hombres los últimos. Alguien ha decidido que los hombres no son capaces de compartir tanto como las mujeres. Hace unos años fui a una cena gitana rumana de la mafia donde los hombres y los niños comían primero. Más tarde, las mujeres y las niñas picaban entre los huesos sobrantes.

Mis ojos están vendados. Opto por no mirar lo peor de los sufrimientos con mis propios ojos. Eso me obligaría a hacer algo por ese chico con el hongo en su cara que podría curarse con un tubo de tres dólares de crema antibiótica. Tengo tres dólares en el bolsillo. Ahí se quedan. He venido para enseñar a rodar. Las vendas se quedan sobre mis ojos.

El campamento está dividido en dos. Uno de los grupos es leal a los venezolanos y el otro depende de los canadienses. Los rumores sobre los malos olores flotan por encima: los canadienses se marchan, la gente está enojada porque la gran bandera venezolana ondea ligeramente por encima de la bandera haitiana, más pequeña, y quieren echarla abajo. Las personas tienen que salir del campamento hasta terrenos más altos antes de que llegue la temporada de lluvias, tienen que conseguir semillas de la tierra antes de que se pase la temporada de la siembra. Sin embargo, los venezolanos han prometido construir refugios temporales para quien se quede y el Programa Mundial de Alimentos mantiene el suministro de arroz. Los colchones suelen ser robados de las tiendas para usarlos en negocios de prostitución, las mujeres son violadas, la comida robada, los venezolanos han suministrado cuchillos. ¿Quién sabe lo que es cierto y lo que no? La única verdad indiscutible es que se prevé una fuerte lluvia en el horizonte.

Vigilo a mis alumnos mientras vagan por los alrededores escogiendo planos, rodando. Cuento hasta diez en silencio para asegurarme de que mantienen los planos el tiempo suficiente como para que la edición del mismo resulte más sencilla, compruebo sus lentes de enfoque. Tomo dos fotos con mi cámara digital, una de la sobrecargada y burbujeante olla de arroz y otra de un niño golpeando su plato metálico de la cena con una cuchara de madera, y se las enseño a mis alumnos. Es como una simple frase visual: la comida, la anticipación. Estoy enseñando a componer oraciones a base de planos, también enseño cómo encontrar un principio y un final rodando con la cámara desde un punto hasta el otro, contando una historia dentro de la historia. Ruedo tres tomas más: un montón de basura, un niño pequeño convirtiendo quebradizos jirones en una cometa, un pedazo de una bolsa de basura negra extendida entre dos palos, otra cometa que nos sobrevuela. Una frase visual: la miseria aumenta la esperanza. Filmo dos tomas más: basura y a un bebé llorando. La miseria de la miseria. ¿Qué es lo que quieres decir?

La larga línea de personas que esperan por el arroz estalla en una improvisada sesión musical: los niños golpean cacerolas y ollas de estaño con cucharas y sinuosamente empiezan a deslizarse al compás con una amplia sonrisa. Por eso me encanta Haití. Tan seguro como que el sol sale todos los días, la alegría seguirá levantándose entre la suciedad.

Esta noche llueve. Una lluvia fuerte, implacable. La lluvia rompe contra las lonas, chorrea sobre los ríos, lo anega todo.

Por la mañana mis alumnos tienen un aspecto sombrío. Se echan sobre las sillas, lánguidos, pensativos, apáticos. El día es soleado, pero la miseria de anoche se refleja en los innumerables charcos fangosos. Las risas se han esfumado de la habitación.

La tormenta de ayer por la noche anunciaba lo que todos sabían: la temporada de lluvias está a punto de llegar, y luego los huracanes, lo cuál traerá una nueva dimensión a este infierno. El agua se emponzoñará, los mosquitos se reproducirán, el moho florecerá. Los montones de basura se endurecerán. Todas las cosas que crecen en el agua estancada y la basura horneada: hongos, gusanos, disentería, malaria.

Lamour se presenta en la tienda escolar con material de archivo de los torrentes de anoche. Hablamos de hacer una PSA, una “Película de Anuncio de Servicio Público”, acerca de cómo sobrevivir a la temporada de lluvias en los campamentos. Revisamos las imágenes. Son miserables. Los espíritus terminan por hundirse. Algunos de mis estudiantes viven en Pinchinat, todo el mundo tiene amigos en la zona. Su gente está en la miseria.

Les pregunto a los alumnos si creen que sería una buena idea traer películas a las tiendas de campaña para animar a la gente, especialmente a los niños.

Zoul, nuestro experto en sonido y DJ en el club local, hurga un poco y mete un DVD en el ordenador. Vídeos de batacazos recogidos de youtube: un bulldog montado sobre una tabla de patinar que se estrella, un collie que se tambalea y golpea otra vez con su correa a un bebé. Porrazos mudos e hilarantes. Nos reímos. Risas escalonadas, enloquecidas, imparables. El tipo de risa que se convierte en su propio monstruo. Todos sabemos que deberíamos enseñar esto en los campamentos.

Silver, nuestra profesora técnica, se dispone a ver qué equipo sobrevivió al terremoto. Necesitamos una pantalla, un proyector, altavoces. El joven “Juice Master Junior” comprueba nuestro generador. Thibaud, Sergo y yo nos acercamos al campamento para conseguir el permiso con el que poder ofrecer una noche de cine con las películas que tenemos. Las películas que hemos estado haciendo durante todos estos días. Películas de y sobre los haitianos, en Creole.

Otro estudiante entra corriendo en la tienda sin aliento. Ha conseguido material que le ha pasado uno de los hombres encargados de las luces de los campamentos. Ha construido unas pequeñas cajas de alambre, atado una linterna en ellas y extendido un condón sobre los marcos. Son hermosas. Condón lumière. Tengo la sensación de que es como un símbolo.

Luces de condón. Manasse sugiere que podríamos titular “Cine Lumière” a estas noches de cine, porque ellos hicieron algunas de las primeras películas: una película de un tren encabritado que hizo que los espectadores se marchasen corriendo del cine, esqueletos danzantes. Luminosos encantamientos flotantes que podríamos traernos a los campamentos.

Unos días más tarde estacionamos en Pinchinat una furgoneta repleta de equipo: altavoces de tamaño demasiado grande y pantallas de tamaño insuficiente. Zoul elige con ahínco un poco de música dance que ejerce de Flautista de Hamelín. Nos lleva varias horas montarlo todo, pero poco después del anochecer el goteo de niños del principio se convierte en una masa de anticipación, la noche se alumbra con la película. Al principio se produce un silencio desconcertado, y luego las risas cosquillean el aire, rebotan, se unen gritos de alegría, risitas cada más grandes.

Cuando entre el implacable lodo se alza la alegría, es una alegría que no tiene igual.

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Aquí puedes ver el vídeo “Tent in the Water”.  

HOMENAJE A ANTONIO VEGA EN RUTA 66






Homenaje a Antonio Vega en Ruta 66 número 267 (solicitado hace días en los "comentarios".)

domingo, 23 de septiembre de 2012

THE BEGUILED - GONE AWAY LP


THE BEGUILED - GONE AWAY
(Dyonisus Records, 1988)

A1-Bustin' Out Of Tights
A2-Psychotic Girl
A3-Big Daddy
A4-Jackie-O
A5-Jack The Ripper
A6-That's Why
B1-(Theme From) The Unknown
B2-The Widow
B3-Little Girl
B4-Next In Line
B5-Madness
B6-Gone Away

AQUI.

sábado, 22 de septiembre de 2012

THE GORIES - COMPLETE BANDIN´ SESSIONS


The Gories - Complete Bandin´ Sessions (Detroit, 1989)

1-Yaha Baby            
2-Sister Ann            
3-Telepathic            
4-Guess I'm Falling In Love            
5-Aaaah         
6-I'll Go            
7-You'll Be Mine          
8-Bright Lights, Big City           
9-Give Me Love            
10-Cry Girl          
11-You Little Nothing           
12-Land Of A Thousand Dances            

13-Thunderbird ESQ          
14-To Find Out            
15-Gories Stomp + I Just Wanna Make Love To You          
16-Makin' Love          
17-Boogie Chillun            


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jueves, 20 de septiembre de 2012

ENTREVISTA CON THE BLUES EXPLOSION CENTRADA EN "MEAT AND BONE"

Entrevista de Tessa Jeffers para Premier Guitar (octubre de 2012). Traducida por Frog2000.

Jon Spencer y Judah Bauer, uno de sus conspiradores en Blues Explosion, nos hablan de su reinicio y fusión de punk blues en "Meat and Bone", un retorno en plena forma deliciosamente sucio y arrogante impulsado por guitarras sacadas de una casa de empeño, sólidos amplificadores de mala muerte y fuzz implacable.

“Uh … play that ca-ca-cow bell! Ready? Get yo pants off!” canta a grito pelado Jon Spencer al comienzo de la nueva canción "Get Your Pants Off." Es uno de sus recuerdos favoritos de las sesiones de “Meat and Bone”, grabación en estudio que realiza por primera vez desde hace ocho años la “Jon Spencer Blues Explosion” al completo. En este momento de la canción el baterista Russell Simins toma la delantera con un cierto abandono que parece completamente imprudente, estrangulando sutom-tom” a ritmo de motor mientras Spencer y su guitarrista Judah Bauer aceleran la crudeza marca de la casa que los ha convertido en héroes subterráneos durante los últimos veinte años. Casi parece la secuela de la seminal melodía de JSBX "Bellbottoms" [Pantalones de Campana]. Pero seamos realistas: la Explosion ya no va de ropa.

“Todo va sobre intentar vibrar,” dice Bauer.

Esa vibración (voces punk a lo Elvis que se lamentan sobre las seis cuerdas que se agitan sobre los contagiosos e indecentes grooves de Simins, sin bajo alguno), nos informa muy bien de sus influencias igualmente sucias e irresistibles, que van desde enrabietados bluesmen como RL Burnside y Hound Dog Taylor and the Houserockers hasta James Brown y Public Enemy.

Simins, Spencer y Bauer se juntaron a principios de los noventa, cuando los “power tríos” no eran tan comunes en la escena punk de su nativa NYC. Bauer y Spencer siguen afirmando que la Blues Explosion no ha allanado ningún camino para otras bandas sin bajo del estilo de los White Stripes y Black Keys que vendrían más tarde y que han logrado mayor éxito comercial. Pero aún así, en realidad no hay ninguna otra banda que los iguale en sonido o en actitud: Spencer (que empuña una guitarra marca Zimgar, prácticamente ya sin tono, de la que Bauer comenta que "casi me ha marcado de por vida"), es conocido tanto por su maníaca interpretación de predicador callejero, por sus patillas con forma de chuleta de cordero, y por sus pantalones de cuero que parecen de plástico y sus gritos empapados de reverberación y riffs perpetuamente en fuzz.

Así que quizá las cosas finalmente sí que traten un poquito sobre pantalones de campana.
Spencer y Bauer se ocupan de tantos proyectos paralelos que es fácil darse cuenta por qué les ha llevado tanto tiempo sacar este disco. Spencer ha tocado últimamente en otras dos bandas (Boss Hog, junto con su [ex-] esposa, Cristina Martínez, y con su antiguo grupo de garage-rock Pussy Galore.) Y Bauer se ha pasado los últimos años desde el anterior disco de estudio de la Blues Explosion (Damaged, 2004) dando conciertos con su banda 20 Miles y de gira con Cat Power.

Pero cuando toca con la JSBX, Bauer compara la experiencia a una especie de sorpresivo acto primaveral improvisado: no zurcen un listado de temas predeterminado, aunque sí que tienen sus señales y apretones de manos al estilo de los del baseball y "canciones que se pueden truncar de repente y momentos que pueden casi parecer una “medley”, por lo que hay que estar atento todo el tiempo”. Y añade con la mayor naturalidad, "es como ponerse de pie en el techo."

Spencer no niega nada. De hecho, aunque estés bastante familiarizado con sus furiosas “jams” de baja fidelidad, deberías creer que las suele disfrutar un montón. "Lo que hacemos puede ser un poco salvaje y enloquecido", dice. "Creo que a algunas personas, la banda le resulta bastante confusa de entender, pero cuando nos ven en directo todo cobra sentido."

Ocho años es una pausa bastante larga. ¿Qué ha ocurrido entre “Damage”, de 2004, y las sesiones de “Meat and Bone”?

Jon Spencer: Hemos estado algunos años de parón, aunque la recopilación de algunos de nuestros singles con el título de Jukebox Explosion” apareció en 2007, después empezamos a recibir ofertas para tocar en distintos shows y festivales. Así que me dije: "¿Por qué no?, intentemos tocar algunos conciertos." Nos encantó, así que empezamos a tocar cada vez más y regresamos al directo. A continuación, en 2010, hicimos un programa de reediciones muy exhaustivo, sacamos seis álbumes de los diez primeros años de la banda. Estábamos tocando y pasando un buen rato y comenzamos a escribir canciones. Parecía de lo más natural y nos dimos cuenta de que habíamos escrito todo un álbum, así que volvimos al estudio.
¿Fue durante la gira cuando compusísteis las canciones, o tan sólo fue el catalizador de vuestro regreso después del parón?

Spencer: Algunas de las veces nos dijimos: “nos vemos en el estudio, ya compondremos allí alguna cosa,” pero otras empezábamos a ensayar para un “tour” o para dar un bolo (o incluso durante una prueba de sonido), y surgía la canción. Salía de repente a la luz. No fue hasta la pasada primavera cuando nos pusimos en serio con el disco.

Judah Bauer: Durante la gira hicimos un montón de canciones, pero algunas llevaban compuestas hacía tiempo. Creo que algunas eranouttakes” de las sesiones de “Damage”, y el resto las escribimos muy rápido entre julio y septiembre [de 2011]. Por lo general solemos tener un montón de material adicional, material suficiente como para rellenar dos o tres discos más, pero en éste todo ha sido bastante conciso.

Jon Spencer toca su legendaria guitarra Zimgar (comprada en una tienda de empeños por su esposa) en tono D. Nos comenta que Russell Simins le anima a tocar fuerte, fuerte, fuerte, y más rítmicamente. ¿Fueron estas sesiones muy diferentes a las de los discos anteriores, por ejemplo por la forma en la que habéis planeado las dinámicas entre las diferentes partes de guitarra?

Bauer: Todo empezaba con “jams”, tanto si estábamos en una prueba de sonido o en un sótano de la Avenida B [en Nueva York]. Cualquiera [de la banda] puede empezar cualquier cosa, así que más o menos somos como un colectivo musical. Creo que en este álbum los plazos eran más apretados. Solo teníamos diez días de julio y otros diez en agosto para conseguir grabar las canciones que habíamos compuesto. Pero en cierto modo, disponer de ese tipo de horarios tan estrictos ha influido un montón en la grabación: es como una especie de carestía que nos hace crecer para mejor, también se parece a un retorno con la intención de seguir en forma. Definitivamente, la grabación más compleja fue la del tema "Bootcut". Me pasé una semana tratando de resolverla. Entonces me di cuenta de que gran parte de la canción era improvisada. Porque la banda ha estado improvisando durante tanto tiempo que nos resultaba muy fácil empezar y derribar las paredes. Ocurre lo mismo con las canciones "Zimgar" y “Black Thought”. Yo seguía llevando cosas al estudio y el ingeniero se ponía en plan, "¿Otra parte más de guitarra?" Y yo le contestaba,"¡Claro!"
Spencer: Siempre trabajamos de la misma forma. Componemos las canciones tocando todos juntos. Entre nosotros tres no hablamos sobre los temas, ni tampoco discutimos ideas o conceptos o estructuras, sino que simplemente cogemos y nos ponemos a tocar la canción. Las canciones sencillamente van surgiendo. Por supuesto, puede que en un momento dado las editemos y refinemos y jugueteemos un poco con su estructura. Russell toca la batería, Judah toca la guitarra, yo toco la guitarra y canto. Como soy el cantante principal, tengo tendencia a conducir las pausas o los cambios, también cuando cantamos los dos o cuando hacemos esos grandes cambios en las canciones. Pero mientras tanto, cada uno hace lo que le toca. A lo largo de todos estos años hemos ido desarrollando una especie de lenguaje, pero en realidad no es que lo hayamos discutido anteriormente. Nunca hemos dicho algo en plan: "oye, creo que voy a hacer esto desde aquí hasta el mástil, y luego esto y lo otro." Sencillamente cogemos y lo hacemos.

Suena a que soléis hacer las cosas con verdadero amor.

Spencer: [Risas.] Supongo que sí. Claro, es como una especie de amor verdadero.

Jon, ¿es “Zimgar,” la última canción del disco, una oda a la guitarra que te compró tu mujer?

Spencer: Sí, pero en realidad se la compró para ella misma. En aquella época estaba tocando en un grupo que se llamaba Honeymoon Killers, así que ella solía usar esa guitarra. Cuando se marchó del grupo la guitarra estaba por nuestro apartamento y yo la cogí y empecé a tocar con ella. Esa es la guitarra que estaba usando la primera vez que toqué con Judah y Russell. Tiene un sonido distintivo, así que me la quedé para mí. A lo largo de estos años he tenido otro par y todas tenían personalidades diferentes, sonidos diferentes. A veces, si creo que no tienen el empuje suficiente, tengo que rehacer las pastillas. No estoy seguro de qué tipo de pastillas son. Puede que sean DeArmond, nunca las he cambiado por otra marca, siempre consigo bobinarlas de nuevo.

¿Aún sigue viva esa primera Zimgar?

Spencer: Oh, claro. Sigue siendo capaz de patear culos.

Bauer: Está bastante abollada, algunas personas la llaman “el bastón”. En realidad su entonación es algo apagada, y me ha marcado bastante tocar permanentemente a su lado, tocar con él y esa guitarra... Finalmente acabo tocando acordes de forma automática por la parte superior del mástil, para poder igualar el sonido. Me sorprendí mucho al empezar a hacerlo también en Cat Power. Me quedé estupefacto: "espera un segundo ¡No necesito hacer esto!" [Risas.] Ahora se ha convertido en un hábito. A veces cojo y doblo una nota porque estoy acostumbrado a esa entonación [la de Spencer y su “Zimgar”] y a veces las cosas suenan funky, simplemente no hay manera de evitarlo. Jon me dice, "¿Estás fuera de tono?" Y yo le respondo, "No, yo voy bien, la culpa la tiene tu guitarra."
¿Tocas con esa guitarra en esa canción?

Spencer: Probablemente sí. Quiero decir, en el estudio tenía dos guitarras: cogí la antigua, la original, y otra que es un poco más pequeña. Tengo tres en condiciones de funcionar.

Bauer: La original no tiene casi nada de pintura, y su sonido es muy distintivo. Ninguno de los otros sonidos de guitarrasZimgar” nos gustaba tanto. No estamos demasiado seguros del motivo. Varias personas han dicho que las pastillas están desfasadas o que el afinador marca algo diferente de lo que lleva en realidad [al medirlo], pero no sé, sencillamente creo que es una combinación de ambas cosas. A mí me da lo mismo, porque creo que suena como un aspirador o algo así.

Spencer: Sencillamente su tono es diferente. No sé si cuando la sacaron de la caja venía así de fábrica o es el resultado de todos estos años tocando con ella, pero definitivamente su tono es diferente. Es como si estuviese un poco más bajo de lo normal. Si fuese un bajo sonaría un poco diferente, creo que sería como un rango medio, además las pastillas hacen que todo se distorsione.

Jon, ¿qué nos puedes comentar sobre todo ese rollo de “estar marcado de por vida” que comentaba Judah?

Spencer: Bueno, nuestros estilos son diferentes, y la guitarra que utilizo no está considerada como una “buena” guitarra. Ciertamente, su entonación tiene algunos problemas, pero es lo que hay. Yo soy quien soy y toco lo que toco.
Realmente “Zimgar”, la canción, tiene un “groove” infeccioso y profundo, un sonido como el de un bajo. ¿Cómo lo habéis conseguido?

Spencer: Sencillamente es el sonido propio de la guitarra y el amplificador, también mi forma de tocar tiene la culpa. Utilizo un tono en D, aunque me parece que no se ajusta con holgura a la canción. Tampoco es como si estuviese intentando usar cualquier afinación enloquecida, pero desde luego no creo que sea por usar ningún pedal. A lo largo de todos estos años he aprendido algunos trucos sobre cómo hacer una buena mezcla en estudio en segundo plano para que resalte más la canción. Además, las cosas cambian entre una canción y otra, (en "Zimgar") hay una sección hacia el final donde suena un pedal de órgano. Pero la mayor parte de la canción está tocada con esa guitarra.

Por lo que, Judah, ¿realmente tocas tú la mayor parte de los solos y puentes más limpios de la canción? ¿Es Jon quien toca las partes de guitarra de tono más bajo y explosivo?

Bauer: Ambos tocamos los solos, pero definitivamente él hace las partes más fuzzies. Su sonido es más crudo, que creo que es el motivo de que yo gravite alrededor utilizando la Telecaster, intentando que los sonidos queden más separados. No necesitamos que el sonido de ambos sea como una explosión.

¿Has tocado otras guitarras en “Meat and Bone”?

Bauer: Solo he tocado una guitarra, la Tele. Solía tener un montón de juguetitos, pero ahora utilizo esta exclusivamente. La he estado usando durante los últimos cuatro o cinco años, quizá más. Es una Tele “sunburst” de una pieza que llevo a todas partes, porque la verdad es que tengo un montón de guitarras antiguas, pero no me las puedo llevar de gira. Así que mis “técnicos” de guitarra midieron y pesaron ​​todo, y básicamente tengo varias piezas Fender que pueden ajustarse en el mismo cuello. Además me lijaron algunas cosas para que encajasen entre sí.

¿Quiénes son tus “técnicos” de guitarra?

Bauer: Son Imai Guitars [de Nueva York]. Son unos genios. Es una empresa japonesa. Mi técnico personal (Norio Imai) lo sabe todo sobre la guitarra, así que sabe bien lo que quiero. Me construyó esa [la Tele “sunburst”], así que mi ’66 se ha quedado en la funda. Me está fabricando otra, porque he llegado a un punto en el que no me gustaría perderla, ya que suena mejor cuanto más la tocas. Así que me daba miedo de que llegase un día en el que una compañía de aviones me dijera: “Lo siento, hemos perdido tu guitarra.” Solía pasar con mis guitarras de los ’50 y no me importaba mucho, pero a veces la compañía aérea estaba detrás mío uno o dos pasos durante la gira, para devolverme la guitarra, y no conseguían contactar conmigo. Así que cuando estoy de gira no me las llevo demasiado lejos, por lo que acabo utilizando copias de las guitarras originales que construyo con partes de varias Fender
¿Qué amplificadores usaste en las sesiones?

Spencer: Definitivamente lo intenté con viejos amplificadores. Al estudio no llevé ningún nuevo amplificador. Bill Skibbe y Jessica Rubbins [ingenieros del Key Club Studio en Benton Harbor, Michigan] tienen una colección de instrumentos antiguos, y eso incluye un montón de amplificadores. Lo que más me atraía era que había un montón de agradables y sólidosamplis” (una pareja de Heathkit y un Kustom o dos.) Por lo general me atraen las cosas más sólidas. No sólo los Heathkits parecían muy interesantes, porque algunos de ellos forman parte de un “kit”, sino que también sonaban genial.

Bauer: Mi amplificador principal es mi Fender Twin blanco del ´61 que he tenido siempre. Sin embargo en el disco no lo he utilizado, porque en el estudio no me gusta usar amplificadores muy ruidosos, sino que suelo utilizar amplificadores más pequeños. Tengo unos Magnatone 412 del  '61 o '62 que me gustan mucho, y un Tweed Deluxe del 59 que suena mejor porque le puse unos altavoces de 150 vatios JBL, porque alguien me dijo que es el “ampli” más limpio del país y quería conseguir un poco más de sonido por el estilo. Con suerte puedo utilizarlo en la mayoría de los shows. Pero sin embargo, creo que no me lo llevaré a Europa. Antes solía hacerlo, valía la pena, pero es bastante caro.

¿Sigue sonando el Twin tan magníficamente como la primera vez?

Bauer: Si, ese amplificador es fantástico. No he cambiado nada de él, pero los altavoces son Kendricks que alguien había cambiado antes de pasar a ser de mi propiedad. No sé si ayudan o fastidian el sonido, pero el resto viene todo de serie. En realidad no suelo prestarles demasiada atención. Creo que todo aquello que haga que suenen con menor claridad es positivo. He estado tocando con otros Twins blancos, con sus altavoces originales, pero para mí los Kendricks suenan mejor, o quizá es que ya me he acostumbrado a ellos.

¿Qué micros usas y cómo sueles situarlos?

Spencer: [En los estudios Key Club] tenían una pequeña habitación de madera, otra de tamaño mediano, y una habitación enorme. Así que hicimos algunas canciones en cada sala para intentar obtener sonidos diferentes. Probamos diferentes amplificadores y diferentes micrófonos y formas de procesar el sonido. Todo con la intención de conseguir sonidos interesantes que se adaptasen a cada canción en particular.

Bauer: Normalmente no suelo prestar mucha atención a los micrófonos y su colocación. Me gustan los micrófonos “ribbon”, de nuevo, porque me gusta que el sonido tenga menos claridad. Cuando se usa una Fender con amplificadores Fender siempre se consigue mayor claridad y fragilidad, así que todo lo que minimice esa claridad es positivo. Ponemos un micrófono en la parte delantera y otro en la parte posterior [de los amplificadores] y luego lo sacamos todo fuera de fase, por lo que todo lo que necesito son dos micrófonos fuera de fase. Suena muy bien: a lo largo de mi carrera siempre me he recordado que ese sonido fuera de fase me gusta mucho.
Hablemos de pedaleras. ¿Qué efectos utilizáis?

Bauer: Cuando estoy de gira suelo usar “delays”. Los uso cada vez menos, porque me he dado cuenta de que empezaban a saturar el sonido. Muchas veces los efectos hacen que la guitarra suene un poco menos, aunque depende del lugar donde estemos tocando. Si se trata de una pequeña habitación recubierta de madera, usaré menos el “delay”. En el disco utilizo un Echoplex en un par de canciones, y creo que en “Black Mold” he usado algún tipo de fuzz. Tengo un montón de delays y trémolos. Es casi todo lo que necesito, pero antes solía usar el fuzz con moderación, aunque no puedo recordar cuál era. Era uno de esos pedales de fuzz donde tienes que tener el pie posado en un lado...

Spencer: Solía usar un [Jennings] Growler, que tiene un pedal que puedes girar de izquierda a derecha, es una cosa muy rara. Tengo un fuzz llamado Fuzz-Stang que alguien me regaló una vez en Portland de buenas a primeras. En realidad es un fuzz fantástico. Me gustan los fuzzes, porque si quieres, de repente puedes ahogar la nota. Además tengo dos pedales de órgano diferentes, un “Chorus X3”, y una copia eléctrica de un Hammond ochentero.

¿Suena algún bajo en el álbum? ¿Cómo habéis conseguido que parezca que suenen unas pistas de bajo?

Bauer: En el disco no suena ningún bajo. O bien hay teclados de bajo, o suena una de las guitarras a través de un filtro de gama baja (que es lo que solemos hacer en directo. Pasamos las guitarras a través de un “crossover” que aumenta los niveles más bajos y la gente se piensa que está sonando un bajo, pero tan sólo es una guitarra pasada por un filtro “low-end”). Casi es como un componente más de la banda, es un viejo “crossover” Ashly que no nos costó nada y que llevamos usando desde siempre, cuando tocamos en directo suena en primera línea, y Jon también lo ha utilizado allí [en el estudio] cuando ha estado mezclando.

Por lo general, ¿eres tú quien hace la parte que cubre las frecuencias de bajo?

Bauer: Depende de la canción, depende de... Si toco la línea de bajo, la guitarra irá pasada por el “crossover”. No sé si se le podría llamar "línea de bajo"... bueno... porque tocar el bajo me sigue desconcertando.
¿Cuál fue tu primera experiencia con la guitarra? ¿Cuando decidiste: "Realmente quiero hacer esto en la vida?”

Bauer: Una vez vi en televisión a Bruce Springsteen tocando una canción realmente larga, “Rosalita,” y observé que corría por todo el escenario y se subía encima del piano y saltaba arriba y abajo y yo me quedé en plan, "esto parece un buen trabajo. Quiero hacer eso para ganarme la vida." No es que fuese fan de Bruce Springsteen en absoluto, porque a mí me gustaba sobre todo el punk y el hardcore. Más bien era como ver a alguien que se lo estaba pasando muy bien.

Spencer: En realidad no empecé a tocar rock ’n’ roll hasta los 17 años, que para alguna gente es algo que le parecerá muy tarde. Antes de meterme a aprender la guitarra, estuve tocando el bajo. Pero no hubo ningún punto de inflexión que resultase crucial.

¿Por qué dejaste el bajo?

Spencer: La guitarra es más “cool”, es lo que suelo decirle a la gente.

¿Por qué empezar en 1991 con una formación avant-garde, de doble guitarra y sin bajo?

Bauer: Nosotros proveníamos de una escena de la que formábamos parte pero que no nos influía de ningún modo. Me refiero a que Hound Dog Taylor era nuestra mayor influencia, pero también nos gustaban los Cramps. Desde mi punto de vista era de lo más normal. Nunca tuve bajista, ni siquiera en las bandas que había estado cuando era un chaval. Todo el mundo parecía tener guitarras, pero nadie utilizaba el bajo. Eso es lo que ocurrió, ¿sabes? No necesitábamos bajo. En algunos discos en los que he tocado, Jon tocaba el bajo o el contrabajo por aquí y por allá, aunque tampoco demasiado, pero definitivamente no lo hacemos en este disco.

Spencer: Antes de nosotros había otras bandas sin bajo. Estaban los Cramps, los más famosos, y Electric Eels. Una de nuestras mayores inspiraciones fueron Hound Dog Taylor and The Houserockers, una formación de dos guitarras, sin bajo.

No hemos sido los primeros, pero creo que la Blues Explosion no es muy tradicional o lineal. Somos un poco punk, y tal vez seamos algo confrontacionales, y sí, somos avant garde. Ese siempre ha sido el rollo de esta banda. Somos diferentes... no somos la banda habitual de rock 'n' roll.

Pero has asegurado que tampoco sois una banda de blues.

Spencer: No, no lo somos.
Entonces, ¿por qué incluir el término en el nombre de la banda?

Spencer: Me pareció un buen nombre, un nombre loco, una especie de nombre confuso. Como una especie de declaración.

¿Por qué la Blues Explosion trata casi por entero acerca de tu persona?

Spencer: Porque por supuesto, es un proyecto muy personal. Un vehículo mediante el que puedo dar rienda suelta a mis diferentes ideas, sentimientos, emociones, pero también es una asociación.

No podría existir si no nos complementásemos los tres.

Bauer: Para alguien que ama la música, la Blues Explosion tiene un montón de referencias interesantes. Cuando toco con Cat Power no me parece que los fans sean muy amantes de la música. Podría tocar un solo de guitarra impresionante en Cat Power y a nadie le importaría mucho. Se parecen más a los fans de Chan Marshall y no reconocen los ritmos de James Brown o de todos los diferentes géneros que tocamos o el sabor country. Gran cantidad de los seguidores de la Blues Explosion sí que se dan cuenta de esas cosas. Creo que las mezclamos muy bien. A veces rendimos homenaje, a veces cortamos las cosas por la mitad, y a veces hacemos algo gracioso... y muchas veces todo tan sólo forma parte de una buena influencia que nos hemos inventado nosotros mismos.

Entonces, ¿me dices que ser fan de la Blues Explosion es algo mental?

Bauer: Ellos saben un montón sobre música, un montón de nuestros fans. Algunos nos escuchan para beber y ponen nuestra música en sus fiestas. Pero los otros (los coleccionistas de discos, los fans de la música), para ellos es como si formásemos parte de la historia de la música. 

Sencillamente, no creo que haya muchas bandas que puedan decir lo mismo.

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El Taller de Judah Bauer

Guitarras
Telecaster de los ’50 y ’60 reformadas con partes de Fender, Barítono Danelectro, Gretsch 6121

Amplificadores
Fender Twin del ´61 con altavoces Kendrick, combo magnatone 412 1x12 del ´61 ó ´62, Fender Deluxe del ´59 con altavoz de 150 vatios JBL, Amplificador Fender Vibroverb marrón (para los “overdubs”)

Efectos
Echoplex, Delay Honda Sound Works Fab, Audio Kitchen “The Big Trees”, heathkit fuzz, Fender bass fuzz

Cuerdas y Púas
DR Tite-Fit .011–.052 set, Púa Jim Dunlop 1 mm

El Taller de Jon Spencer

Guitarras
“Zimgar”

Amplificadores
Varios amplificadores solid-state y otros de vávulas propiedad de Key Club Studio (Sesiones “Meat and Bone”), Cabezal Kustom 200, Vox 2x12 con altavoces “heavy-metal” (para el directo en U.S.A), Cabezal Kustom 100 y FAD 2x12, un combo Peavey Bandit 65 (para el directo en Europa), Sunn 2x12 combo, SG/CMI combo, Marshall JCM800, Mesa/ Boogie MkIII, Mesa/ Boogie MkIV

Cuerdas y Púas
Juego personalizado de GHS Boomers (.011, .015, .018, .028, .036, .050), Púa Jim Dunlop .73 mm Tortex

NUEVA YORK EN EL DAREDEVIL DE FRANK MILLER

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