jueves, 24 de mayo de 2012

DESPEDIDA DE SOLTERO/ AGENCIAS, por Warren Ellis (y Liam Sharp)

Entrega nº 49 de la columna “Come In Alone” escrita por Warren Ellis. Aparecida el 24 de noviembre de 2000 en Comic Book Resources. Traducida por Frog2000. Nota: el título es una invención, la columna original no disponía de ningún encabezado.

Al diablo con los cómics. 

El último fin de semana estuve en Rathlin Island. Es un pedazo de roca en forma de "L" de tres millas de largo y dos de ancho que se encuentra en la costa de Antrim, en el norte de Irlanda. Acudí porque me lo pidió Garth Ennis. Hace un montón de meses me envió un fax en el que me anunciaba su inminente matrimonio con Ruth Cole, que está claro que padece daño cerebral. También me invitaba a su fiesta de despedida de soltero. En realidad sería su último fin de semana como soltero. El plan consistía en alquilar una buena cantidad de habitaciones en un hotel de Rathlin Island y luego irnos a un pub que estaba en el puerto a dos minutos del hotel para beber hasta reventar. Las palabras ESTÚPIDO Y PELIGROSO aparecían claramente en la invitación, lo que le daba un sello de autenticidad. Niki entró en la oficina para leer el fax. Me preguntó: “¿Vas a ir?” Por supuesto, le contesté. Soy uno de los mejores amigos de Garth. No me perdería esto por nada del mundo. Sin sonreírme siquiera, me dijo: “¿No has leído la advertencia que avisa que va a ser tan ESTÚPIDO como PELIGROSO?”

Según estaba saliendo hacia el aeropuerto, sus últimas palabras fueron: "¿Conoces ese nuevo seguro de vida por el que pagan un millón de libras cuanto te mueres, verdad? ¿VERDAD?"

Cincuenta minutos para llegar al aeropuerto de Stansted, una hora y diez para cruzar Inglaterra y volar por encima del Mar de Irlanda, y veinte minutos en taxi hasta el centro de Belfast. Después, una hora de viaje por la costa hasta llegar a Ballycastle y a continuación un viaje en el ferry.

Leyendo en la red me enteré de que el viaje en ferry desde Ballycastle hasta Rathlin consta de cinco kilómetros y se tarda una hora. Joder, pensé. No debe estar bien indicado. No, a menos que ese ferry sea una barcaza conducida por un tipo con un solo ojo. Resulta que ese es el sitio donde se juntan el Atlántico Norte y el Mar de Irlanda. Allí hay cuatro golpes de mar, tres chocando entre sí hasta rebasar la línea entre Ballycastle y Rathlin.

¿Recuerdas el cartel de LA TORMENTA PERFECTA? ¿Te acuerdas del pequeño bote que se divisaba justo debajo de una ola jodidamente gigante? Así fue la hora que tardamos en llegar a Rathlin. Garth Ennis estaba delante con los pies apoyados en un poste y con un aparejo de pesca de acero en una mano, riendo como un maníaco mirando de frente la resaca. En cuanto llegamos a tierra firme se encaró hacia mí y me dijo: "Así es como yo quería que fuese este viaje". “¿Qué, que tú querías esta mierda apocalíptica?.” "¡Sí!", sonrió.

El hotel era un edificio de Patrimonio Nacional. Mediante el alquiler de sus habitaciones podían mantener esa vieja mansión señorial de Rathlin. Las instalaciones tenían bastante carencias. Para acceder a internet tenías que ir hasta el vestíbulo y pegar un tirón al teléfono público de la pared para poder utilizar la toma principal en su lugar. Durante todo el fin de semana, tuve que joderme varias veces al día y pegar un tirón para poder ponerme en línea (en ese momento estaba justo en mitad del cierre de un trato de cierta obra con varios medios de comunicación, así que no podía permitirme el lujo de permanecer fuera de contacto todo el fin de semana). La conexión se realizaba con un Handspring y un módem como si fuesen mi propio teléfono WAP con internet. Por supuesto, cuando la gente se dio cuenta de que podían enterarse del tiempo que iba a hacer gracias a mi teléfono, y por lo tanto predecir si nos íbamos a morir o no de regreso a casa en el ferry, de repente todos se convirtieron en mis mejores amigos. Empezaron a mirar hacia delante inclinados en sus sillas, esperando que la información sobre el tiempo local se descargase en la pantalla de mi teléfono WAP: “Por fin os puedo asegurar queeeeeeeee.... ¡vamos a sobrevivir!”

El teléfono WAP también era un barómetro de lo jodido que estábamos al final de todo. Me refiero a que los superficiales vistazos que iba echando a las noticias acerca de los diferentes medios de entretenimiento eran una cosa, pero normalmente me sorprendería mucho si quisiera haberme puesto a consultar alguna vez las cifras de venta del nuevo CD de las Spice Girls (lo hice: 10.000 copias. ¡Ja!). Tampoco creo que normalmente ninguno de nosotros hubiésemos escogido como tema de conversación lo largas que eran las piernas de Kevin Rowland. ¿Habéis visto sus piernas? En su día fue líder de los Dexy Midnight Runners. Su reciente CD, “My Beauty”, era su álbum de regreso. Ya no es tan joven. La portada del CD enseña cómo levanta el vestido negro que lleva puesto para mostrarnos sus piernas embutidas en medias negras. También lleva perlas y lápiz labial rojo y espeso. Y no lo digo en el buen sentido. Evidentemente, “My Beauty” ha vendido poco menos de 800 copias en todo el mundo.

Los nominados a la reunión fuimos: un par de los mejores amigos de Garth que venían de Belfast, además de Steve Dillon, John McCrea, Glenn Fabry, Coney Mal, Darick Robertson, Dave Gibbons, Matt Hollingsworth, Liam McCormack-Sharp y yo. Continuando con el terrible viaje, como la naturaleza de este grupo era tan especial, estuvimos especulando sobre qué es lo que habría ocurrido en el campo de los cómics si el barco se hubiese hundido con toda su tripulación. Sigo sosteniendo que no sería nada demasiado significativo, porque sencillamente nuestros amigos editores y directores contratarían al siguiente grupo disponible de aspirantes para que asumiesen nuestros puestos de trabajo. Es el mismo motivo por el que no podemos hacer huelga, porque el público está lleno de gente que daría un riñón por poder convertirse en un esquirol. He conocido a algunos de ellos online. Personas que me han admitido en la cara que eso es precisamente lo que estarían dispuesto a hacer.

Por supuesto, si el barco se hubiese hundido, Rathlin se convertiría en lugar de peregrinaje para los aficionados al cómic. Las lápidas se colocarían en forma de arco alrededor de la bahía para cuando los fieles fuesen a visitarlas. Las mujeres llorarían sobre nuestras lápidas y los fortachones lucharían contra las olas que chocaban contra el acantilado mientras se iban situando cerca del lugar para recordar a aquellos grandes y buenos que se habían marchado. Pero mejor arruinaré todos estos recuerdos apuntando lo que la gente le diría a su vendedor habitual: "Oh, me gustaba tanto su DARKNESS… déjame poner esa copia de CAR WARRIORS sobre la tumba de Steve Dillon... decoremos la tumba de Warren con algunas copias de CELESTINE, esparzamos por todo el lugar de descanso de McCrea aquellas páginas del número de HITMAN coloreado completamente de rosa chillón y verde moco…"

Pero bueno, ya sabéis, al final tuve que seguir disfrutando de su triste compañía. El fin de semana estuvo marcado por esas historias de terror sobre la industria que suelen comentarse durante este tipo de reuniones. Echad otro vistazo a la lista de gente presente. Se trata de personas serias. Matt Hollingsworth es uno de los mejores y más importantes coloristas estadounidenses del medio (y también un fabricante de cerveza galardonado varias veces y juez oficial en el concurso anual sobre cultivo de marihuana en Amsterdam), y la basura con la que ha tenido que lidiar tan solo para poder conseguir que su trabajo quede bien presentado me parece una cuestión que roza lo asombroso. Lo mismo puede decirse de todos los que estaban sentados alrededor de la mesa. Y sin embargo, todos continúan en el negocio de los cómics. Continúan en los cómics y la mitad de ellos están haciendo trabajos que claramente están por debajo de su talento y se comen mierda cada jodida semana porque les encanta el medio y porque quieren seguir haciendo cómics. No son gente sin otros conocimientos. La mayoría de nosotros disponemos de formación en otros campos. Todos nosotros podríamos aplicar nuestras habilidades creativas en otros campos aparte de en el de los cómics. Y sin embargo, aquí es donde queremos estar. Lo sé también por lo que han comentado otras personas en anteriores ediciones de esta misma columna: en primer lugar, los cómics son una labor de amor, el medio te hunde los dientes en la carne y ya no te deja escapar, gracias a la libertad y el reconocimiento del que puedes disfrutar. Claro, el sexo también es genial, pero todo lo demás es una mierda. Recuerdo una cita de Neil Gaiman: "Dejé de hacer cómics porque quería seguir divirtiéndome, quería seguir amando y preocupándome por los cómics, y quería dejarlo cuando todavía seguía enamorado de ellos."

Y miro a esa gente, a mis amigos, y también me dan ganas de dejar los cómics.

Para terminar, he aquí un relato. Os dejo con un memorando gratuito del dibujante de cómics Liam McCormack Sharp:

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Trampas que te acechan y cómo hacer para no evitarlas,
o "una breve historia de un ingenuo ilustrador “freelance” en el medio del cómic",

por Liam R. McCormack-Sharp.

Conozco a pocos dibujantes en toda la industria que no quieran dar lo máximo de sí mismos. Todo el mundo sabe que lograr el éxito en este medio puede dar grandes recompensas y que requiere del autor un compromiso y un trabajo duro. El talento por sí solo no es suficiente. Para tener realmente éxito en el campo del dibujo de cómics, en primer lugar tienes que ser capaz de dibujar cualquier cosa.

Y hacer que luzca bonito.

Pero esto tan sólo es la parte fácil. A continuación tienes que darte cuenta de que nunca vas a dibujar lo que realmente te gusta, y debes aprender a ser capaz de hacer un tipo de obras determinadas una y otra vez. Por tu propia cuenta. Día tras día.

Además, también tienes plazos que cumplir. Críticas que nos sueltan en nuestra propia cara. Y títulos que son cancelados.

Te encontrarás en la extraña situación de que eres un producto. Y un producto tiene que venderse.

Por lo general a los dibujantes no les gusta mucho lo que dibujan, aunque también puede ser algo positivo, porque nos obliga a intentar mejorar constantemente. Sin embargo, también existen ciertos problemas asociados a esa actitud, y casi todos tienen que ver con el hecho de venderse uno mismo. De promocionarse. ¿Cómo te sienta todo esto cuando, invariablemente, sabes que nada de lo que has hecho va a colmar tus propias expectativas? A pesar de la aparente proliferación de super-egos existente en la industria, la gran mayoría de los creadores están esperando que las diversas editoriales existentes los promocionen.

La otra opción que te queda es la de encontrar un agente.

En realidad es más fácil que un agente te encuentre a ti.

Hay múltiples razones por las que tener agente puede parecer muy atractivo. Pensar que hay alguien ahí fuera en lucha constante por guardarte un sitio puede resultar todo un alivio. Para que no vuelvas a sentir como que estás persiguiendo una obra que se parece más a una Quimérica Bestia que nunca va a poder ser alcanzada, esa creación que te convertirá en un inmortal del medio. Pero en su lugar, el agente te intentará vender los diversos trabajos que te vaya consiguiendo como si fuesen lo mejor de lo mejor: acaban de encontrarte una obra que se ajusta perfectamente a tu perfil. Luego seguro que intentarán conseguirte algunas entrevistas en todas las revistas adecuadas para que puedas anunciar entusiasmado tus próximos proyectos.

Todo lo que tienes que hacer es darle el 10 por ciento de tus ganancias y hacer todo el trabajo, y ÉL hará el resto por ti.

Bueno, no. En realidad no creo que lo haga. Las cosas no suelen funcionar de esa forma. Para empezar, sólo eres uno más de los muchos dibujantes que tiene en su agenda, y todos queréis lo mismo. Lo más probable es que si un cliente le ofrece un trabajo magnífico, todas las energías de la agencia se dediquen a promocionar a una persona en concreto. También existen algunas probabilidades de que seas tú la persona a la que le han ofrecido esa gran oportunidad, y SI te la han ofrecido, entonces quedarás ligado a ella todo lo que dure, por lo que tendrás que esperar la llamada de Wizard para que te pregunte por esa oferta para dibujar la nueva serie de los X-Men con la que además puede que exista una posibilidad de que hagan una película...

De alguna forma, me siento afortunado. Cuando la “Creative Interests Agency” (C.I.A.) me buscó y encontró, yo llevaba ventaja. La serie de Death's Head había sido muy popular durante una época, y también había dibujado una mini-serie de Venom y un par de números de los X-Men y de Spiderman. Además me había encargado de una saga de Hulk. Lo que me estaba ofreciendo la Agencia me parecía fantástico. Había aparecido una nueva compañía llamada Verotik que en mi opinión estaba haciéndose con los servicios de algunos de los autores más grandes de todos los tiempos, y además les encantaba mi trabajo.

Curiosamente, fue Steve Wardlaw (el entonces editor de Verotik) el primero que me llamó por teléfono con la oferta de trabajo, mientras todavía estaba dibujando Hulk. Cuando Steve Donnelly, de la CIA, me telefoneó algunos meses más tarde con la misma oferta, pensé que eran la misma persona, así que la única razón que me impulsó a colaborar con esa agencia se basaba en un error por mi parte.

No obstante, dejé que me cortejaran a base de charlas sobre promociones y habladurías sobre que yo tenía “el perfil adecuado”.

El trabajo que me ofrecieron era un título llamado G.O.T.H. Una especie de Hulk sin ningún tipo de restricciones y repleto de esteroides. Era una serie juguetona de rápidos movimientos adrenalíticos, pero de poco contenido intelectual, pero sin embargo, dibujarla suponía un montón de desinhibida diversión.

A esto le seguiría (algo que me parecía increíble) la oportunidad de dibujar el Death Dealer de Frank Frazetta. Y no sólo eso, después lo haría Simon Bisley, uno de mis favoritos de siempre, por lo que por fin (pensé) tendría la oportunidad de dibujar el tipo de cómic que me haría destacar. Frazetta siempre ha sido un factor motivacional importante para dibujar el tipo de cómic con el que poder sobresalir en el medio. Frazetta también había sido siempre uno de los factores motivacionales principales por los que había empezado a trabajar en el medio, por lo que haber sido invitado a interpretar su personaje en forma de cómic suponía un gran honor, aunque también era un poco intimidante.

Acuñando la famosa e impopular frase, se me antojaba que yo era “¡El Rey del Mundo!” Así que cinco años después: ¿cómo es que unos comienzos tan prometedores facilitados por mi agente se convirtieron en otra cosa tan enormemente diferente?

Bueno, las cosas con Verotik se fueron agriando poco a poco. En cada historia siempre existen dos versiones, pero desde mi punto de vista, cada vez se volvía más difícil complacerlos. La comunicación terminó rompiéndose. Yo era completamente infeliz. Ellos también lo eran. Los dejé después del segundo número de Death Dealer y de un dificultoso tercer número de mi etapa en Jaguar God.

Y este es el momento en el que tenemos que volver a hablar sobre la agencia y su misterioso modus operandi.

Pero primero, una nota de advertencia a CUALQUIERA que esté pensando en ser (o que ya esté siendo) representado por un agente: échale un buen vistazo a tu contrato. En este momento estoy en una peculiar especie de limbo por culpa de algunas cuestiones no resueltas fechadas en aquella época, y todas se centran en lo que “debí o no debí” y “pude o no pude” hacer. Cuando me marché de Verotik, le pregunté a la C.I.A. si podía garantizarme la devolución de los originales que había dibujado para Death Dealer y Jaguar God. Verotik había comprado todos los dibujos sin consultarme. Sin embargo, por la obvia razón de que era material relacionado con Frazetta y también porque yo pensaba que era mi mejor trabajo hasta ese momento, yo no quería venderles los originales de Death Dealer.

Después de mi período en Verotik me las arreglé para conseguir dibujar una etapa en el Hombre Cosa de Marvel. Fue con ese trabajo con el que dejé de trabajar para la CIA, porque por lo menos conseguí tener un montón de trabajo apalabrado con Marvel. Al final mi antigua agencia admitió la nueva situación a regañadientes y dejaron de enviarme trabajos ocasionales e inconexos, y yo me quedé muy  contento porque por fin dejé de pasarles mi diez por ciento de cuota. Durante un tiempo, seguí molestándolos sobre el paradero final de mis dibujos para Verotik. Tres años más tarde todavía sigo sin tenerlos en mi poder.

A veces las cosas se transforman en algo mucho más grave que un dolor en el culo, y con el paso del tiempo uno se inclina a dejarlo pasar de largo. Por suerte, me han ofrecido trabajo constantemente. Me casé, tuve dos hijos. En el gran esquema de las cosas lo que había ocurrido tampoco me parecía ya gran cosa. Bueno, no tan grande como para revolverme y gritar y amenazar con demandar legalmente a personas mucho más ricas que yo (sin demasiadas esperanzas de poder financiar las demandas). Pero a veces también te ocurren incidentes que te parecen tan injustos que si los dejas pasar no podrás volver a mirarte de nuevo al espejo con algún viso de respetabilidad.

Así es como había empezado a pensar en todo por lo que había pasado con la agencia cuando de repente alguien me dijo que una de mis páginas de Death Dealer estaba a la venta en internet por 1000 dólares. Cuando de buena fe me puse en contacto con el desafortunado comprador que había adquirido la página me llevé una sorpresa todavía más grande. Se había puesto a la venta en eBay, el sitio de subastas de internet, a través de mi antigua agencia. Inmediatamente comprobé la página web de “Creative Interests” y encontré dos ejemplos más de mis dibujos que se ofrecían a la venta allí mismo. Y eso que me habían llegado a asegurar que Verotik nunca les había devuelto el material gráfico...

Siempre he pensado que Steve Donnelly era un tipo decente, aunque un poco estirado. Empecé a suponer que todo se trataba de un error. Le envié un correo electrónico y le llamé de inmediato para preguntarle sobre qué es lo que estaba ocurriendo.

Al día siguiente hice lo mismo otra vez.

Una semana más tarde seguía sin respuesta a mis cada vez más insistentes requerimientos para que me diesen una explicación. Entonces, en un momento dado, el comprador que había adquirido los dibujos a la CIA me comentó que ellos decían que no sabían quién era yo. Eso me hizo enviarles mensajes todavía más indignados. Incluso esperé hasta la 1:30 de la madrugada (hora del Reino Unido) para tratar de hablar con la persona que estaba a cargo de la agencia con sede en California, pero seguía sin conseguir una respuesta.

Así que ¿qué más puedo decir? Le envié e-mails a todo aquel que conocía en la industria explicándole lo que ocurría, y pidiendo algún consejo y ayuda para saber lo que tenía hacer para que me devolviesen mis 140 páginas. No estaba preparado para la tormenta de emails de vuelta que me llegaron, y que me siguen llegando, hablándome sobre problemas parecidos con, específicamente, la C.I.A.

El problema es, y este es uno de los engaños, que aunque había examinado bien el contrato, no parecía poner nada que estuviese directamente relacionado con que no me iban a devolver los dibujos originales, aunque parece que así lo indicaban.

Y entonces, ¿cuán estúpido me siento por no haber reparado en ello en su día?

Para que veas como están las cosas en este momento: una tercera persona ha afirmado que actualmente la C.I.A. comenta que seguimos debiéndoles cierta cantidad de dinero en concepto de “comissions”. No sé muy bien cómo funciona todo esto, porque ellos han sido los responsables de toda la facturación. También dicen que soy responsable de los costes de los envíos. Me parece poco razonable. Los editores siempre son los que tienen que cubrir todos esos costes. Debería ser un problema entre el agente y los editores, y no el mío. Por otra parte, ni una sola vez durante estos últimos seis años me han dicho nada de todo esto en persona. Aunque de nuevo, por lo que he podido comprobar tampoco existe en el contrato ninguna referencia a los costes de los envíos.

Eeem.

¡Léete cuidadosamente los contratos!

Lo único que quiero es que me devuelvan mis dibujos y el dinero que han conseguido con la venta de mis páginas. Ni más ni menos.

No sé por qué no me los devuelven y tampoco me lo ha dicho nadie. La dirección de correo electrónico de Steve ya no funciona. Mi biografía ha desaparecido de su web. Sospecho que mi obra también lo va a hacer, si es que no lo ha hecho ya. ¿Han quemado todos los puentes con la gente que trabajaba con ellos? Todo esto ya me ha costado cinco días hábiles completos hasta el momento. Días completos. Así que lo que quiero que tengas claro es lo siguiente: tened mucho cuidado con lo que firmáis. Estoy seguro de que hay muchos grandes agentes ahí fuera, no quiero tratarlos a todos por igual, pero protégete a ti mismo y asegúrate de que tu contrato no es papel mojado.

O sencillamente no firmes ningún contrato.

Hay gente que podría ganar mucho dinero dando cursos para dibujantes, enseñándoles a promocionarse a sí mismos. ¡Me inscribiría ahora mismo! Por poner un ejemplo, nos podrían enseñar que el diez por ciento de la tarifa por página es...

Espera un momento, ¿qué diablos estoy diciendo?

Sólo estoy cavando otra fosa sobre la que tropezar y caer dentro.

¿Me devolverán alguna vez mis dibujos? En este momento me parece poco probable, pero por lo menos les será más difícil venderlos si todo el mundo sabe que no estoy de acuerdo con esa venta.

Por cualquiera que sean las razones, mi perfil artístico antes de tener relación con la C.I.A. era mayor de lo que ha terminado siendo al final. Y desde entonces he vuelto a crecer de nuevo. Cuando se trabaja en esta industria no existe nada parecido a cultivar una buena relación de trabajo directa con el editor y con todas las personas involucradas en la producción de una serie. Puede que no haya conseguido llegar a ser portada de muchas revistas. Puede que no esté en el top ten de Wizard cada mes. Sin embargo, lo que he conseguido ha sido dibujar algunos títulos realmente buenos y, por lo general, disfruto de una tranquila sensación de respeto mutuo con la gente con la que he colaborado. De nuevo he vuelto a divertirme mucho con mi trabajo, y eso es todo lo que deberíamos esperar la mayoría de nosotros.

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